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11.2.10

¿1.500 muertes menos por la Ley antitabaco de 2005?

Al parecer, según los que han presentado un estudio de la Sociedad Española de Epidemiología sobre los efectos de la ley antitabaco de 2005, o según los periodistas que han asistido a la presentación, que nunca se sabe, dicha ley nos ha servido para reducir en 1.500 las muertes anuales relacionadas con el consumo de tabaco. ¿Será verdad?

Para comprobarlo, disponemos del texto completo del estudio, que gentilmente proporciona la SEE en su página web. Busquen, busquen en el texto una afirmación tajante como la de la evitación de 1.500 muertes. No la encontrarán. Lo más que encontrarán en las conclusiones del capítulo sobre los efectos de la ley para la salud es:


La entrada en vigor de la Ley 28/2005 parece que ha tenido efectos benefciosos para la salud de la población general, en términos de una reducción de los ingresos hospitalarios por infarto agudo de miocardio y de la morbilidad respiratoria de los trabajadores no fumadores del sector de la hostelería.

Y en las conclusiones del estudio:

5. La ley ha tenido un impacto positivo en la salud, específcamente en la reducción de los síntomas respiratorios en los trabajadores de la hostelería. Además, hay datos preliminares que sugieren una reducción de los casos de infarto de miocardio en la población general.

"Parece", "sugiere que". Y ninguna cifra en las conclusiones. ¿Y en el texto? ¿Cuál es la sustancia en que se basan esas conclusiones y, en particular, la afirmación de las 1.500 muertes evitadas? La siguiente, una sustancia más etérea que el humo del tabaco (mis negritas):

Para complementar esta información sobre morbilidad se presenta una estimación de la mortalidad atribuible al consumo de tabaco, para población general >= 35 años, asumiendo un escenario hipotético con una reducción de la prevalencia debida a la ley. Así, si la actual tendencia decreciente se acelerara gracias a la Ley 28/2005, y si la prevalencia en el año 2010 descendiera aproximadamente un 20% en términos relativos, la mortalidad atribuible al tabaquismo contaría con 1070 defunciones menos en hombres y 289 en mujeres (Tabla 5.1). De manera similar, si la prevalencia de exposición al HAT en los hombres entre 35 y 64 años se mantuviera hipotéticamente en los hogares y disminuyera un 80% en términos relativos en el ámbito laboral, la mortalidad atribuible al HAT descendería en 121 muertes anuales, mientras que en las mujeres de la misma franja de edad, asumiendo un descenso relativo del 25% (ya que parten de una prevalencia de exposición menor), la mortalidad atribuible descendería a 51 muertes (Tabla 5.1). De manera conjunta, la reducción en el consumo de tabaco y en la exposición al HAT tendría un impacto de 1482 muertes menos al año.

Sepan que HAT no es sombrero, sino Humo Ambiental del Tabaco.

Como ven por las negritas, se trata de un escenario hipotético, previsto para 2010, en el caso de que se cumplieran determinados supuestos. O sea, nada referido a lo que ha ocurrido, sino a lo que podría ocurrir. Y, en todo caso, los datos mezclarían dos efectos: el de la caída previa a la ley y el de la hipotética caída extra.

Lo mejor es que el supuesto fundamental (el que implica la caída de un mayor número de muertes), de reducción extra de la prevalencia del consumo de tabaco, no se sostiene ni con los datos del propio estudio. En el capítulo dedicado a los efectos de la ley en la prevalencia del consumo de tabaco se concluye (mis negritas):

Con la información disponible en la actualidad, los resultados no sugieren ningún impacto de la Ley 28/2005 sobre los indicadores de consumo de tabaco. En general, el descenso en la prevalencia de fumadores y en el número de cigarrillos consumidos, así como el aumento del abandono del tabaco, reflejan una continuación de la evolución temporal a corto y medio plazo observada antes de la entrada en vigor de la ley.

Repitan conmigo: "ningún impacto de la Ley 28/2005 sobre los indicadores de consumo de tabaco". La tendencia a la baja es previa a la ley y se ha mantenido después sin cambios discernibles.

Entonces, ¿en qué se basan para partir de la hipótesis de que la ley acelerará la caída en la prevalencia? En nada. Lo suponen y ya está.

Luego quieren que confiemos en los científicos...

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6.2.10

Más sobre la emancipación de los jóvenes en España

El otro día apuntaba que quizá se estaba notando la crisis en la emancipación de los jóvenes en España (1). La verdad es que los cambios eran mínimos, por lo que no me atreví a hacer afirmaciones tajantes. Mi cautela al interpretar los porcentajes de jóvenes emancipados también se debe a lo mucho que ha cambiado la composición de la población en las edades que analizaba (20 a 34 años) en la última década. Ha crecido notablemente el porcentaje de extranjeros en esas cohortes. Como el porcentaje de "emancipados" entre ellos es sustancialmente más alto que entre los españoles, lo más probable es que el aumento de la emancipación desde el año 2000, aproximadamentzá, se haya debido en parte, simplemente, a que hay más jóvenes extranjeros. Igualmente, si ahora se ha estabilizado la tasa de emancipación o, incluso, parece caer, a lo mejor depende también de que ya no crece tanto la cifra de jóvenes extranjeros.

Con los ficheros de microdatos de la EPA podemos calcular las tasas de emancipación para los jóvenes españoles y para los extranjeros (los que tienen nacionalidad extranjera y los que tienen doble nacionalidad, pues, a estos efectos, son muy parecidos). Por ejemplo, para el 4º trimestre de 2009, los datos son los siguientes.

España (4º trimestre de 2009). Tasa de emancipación por sexos, edades y nacionalidad

TotalEspañolesExtranjeros
Varones


De 20 a 24 16,511,743,5
De 25 a 29 45,635,586,2
De 30 a 34 76,270,496,4
Mujeres


De 20 a 24 26,017,763,7
De 25 a 29 60,550,990,4
De 30 a 34 84,480,796,6
Fuente: elaboración propia con datos de la EPA.

Por ejemplo, si un 35,5% de los varones españoles no vive con sus padres, ese porcentaje asciende al 86,2% en el caso de los extranjeros. No ha de extrañar: casi todos sus padres permanecen en sus países de origen.

Entonces, la evolución de la tasa global de emancipación puede ser engañosa: puede que aumentase, pero sólo porque aumentó el porcentaje de extranjeros. Veamos.

He calculado las tasas de emancipación para españoles y extranjeros, por sexos, desde el año 1999 al 2009, el periodo de cálculo que permiten los microdatos de la EPA, sólo disponibles en la página web del INE sin necesidad de solicitarlos. Lo he hecho para el 4º trimestre de cada año, para no perder demasiado tiempo. El resultado lo tienen en los dos gráficos siguientes (hagan click en ellos para ampliarlos).

En el primero, referido a los varones, vemos cómo la caída en la tasa de emancipación de los jóvenes españoles que se observa desde 1987 (y que, en realidad, se inicia probablemente a finales de los setenta), fue todavía más pronunciada en los tramos de 25 a 29 y 30 a 34 años de lo que sugieren los datos globales (que incluyen a los extranjeros). Sin embargo, también podemos comprobar cómo la recuperación posterior no se ha debido sólo a la mayor presencia de extranjeros, pues la emancipación de los españoles también ha aumentado. Quizá menos.



El gráfico también sugiere que la aparente caída actual en la tasa de emancipación en el tramo de 25 a 29 sí parece aplicarse a los españoles, pero no está claro que pueda decirse lo mismo para el tramo de 20 a 24.

En el caso de las mujeres (gráfico siguiente), la caída reciente en el tramo de 20 a 24 no parece tener que ver con las españolas, y tampoco está clara la caída en el tramo de 25 a 29. Más bien los datos sugieren un estancamiento.



En definitiva, yo sería todavía más cauteloso que el otro día. Habrá que esperar algunos trimestres (o años) más para notar claramente los efectos de la crisis en el abandono del nido paterno de los jóvenes españoles.

____
(1) Recuerden que defino como emancipados a todos aquellos jóvenes que no aparecen clasificados como "hijo de la persona de referencia" en la EPA.

4.2.10

La percepción de la situación económica española según tres fuentes

Contamos, al menos, con tres fuentes de encuesta para seguir la percepción de los españoles acerca de la situación económica, tanto la actual (en comparación con el pasado) como la futura (la del año próximo).

La serie más prolongada es la de la Encuesta de consumidores de la Unión Europea, elaborada por la DG de Asuntos Económicos y Financieros (DG ECFIN) y tiene datos desde 1986 (datos, metodología). Se utiliza para elaborar un indicador de confianza del consumidor. La encuesta se lleva a cabo mensualmente sobre una muestra representativa de la población de 16 años o más, a la que se entrevista en el domicilio. El tamaño de la muestra es de unos 2.000 individuos. La pregunta sobre la situación actual reza algo así como (mi traducción): ¿Cómo cree que ha cambiado la situación económica general en el país en los últimos doce meses?. Y admite las respuestas: ha mejorado mucho, ha mejorado un poco, ha permanecido igual, ha empeorado un poco, ha empeorado mucho, ns/nc. La pregunta sobre el futuro dice así (también mi traducción): ¿Cómo espera que se desarrolle la situación económica general en este país en los próximos doce meses?. Y se responde: mejorará mucho, mejorará un poco, permanecerá igual, empeorará un poco, empeorará mucho, ns/nc.

La segunda serie, por duración, es la que procede de los barómetros mensuales del CIS (datos, metodología), con datos desde 1996. Esta encuesta se aplica mensualmente (menos los meses de agosto) a una muestra representativa de la población de 18 años o más, a la que se entrevista en su domicilio. El tamaño de la muestra casi llega a 2.500 individuos. La pregunta sobre la situación actual es: Refiriéndonos a la situación económica general de España, ¿cómo la calificaría usted?. Y admite las respuestas: muy buena, buena, regular, mala, muy mala, ns/nc. La pregunta sobre el futuro dice: Y, ¿cree usted que dentro de un año la situación económica del país será mejor, igual o peor que ahora?. Las respuestas: mejor, igual, peor, ns/nc.

La serie más corta es la del Instituto de Crédito Oficial (datos, metodología), con datos desde septiembre de 2004. Se utiliza para elaborar un indicador de confianza del consumidor. También se aplica mensualmente, a una muestra de 1.000 individuos de 16 años o más, a la que se entrevista por teléfono. Las primeras 400 entrevistas se hacen a individuos que ya contestaron la encuesta seis meses antes. Las 600 restantes completan la muestra. La pregunta sobre la situación actual es: ¿Considera usted que la situación actual de la economía española es mejor o peor que hace seis meses?. A ella se responde, parece: mejor, igual, peor, ns/nc. La pregunta sobre el futuro dice: ¿Considera usted que la situación de la economía española dentro de seis meses será mejor o peor que la actual?. Y se responde: mejor, igual, peor, ns/nc.

Como se ve, las preguntas no son idénticas, aunque tienden a medir, las unas, un juicio sobre la situación actual de la economía española, implícita o explícitamente comparada con la del pasado, y las otras, una expectativa sobre la evolución futura, a un año o a medio año. Las muestras son bastante parecidas en términos de edad, aunque no por su elaboración o por el método de recogida de datos (una es telefónica, las otras dos son presenciales).

Con esas preguntas, las tres organizaciones elaboran sus propios indicadores, generalmente por un procedimiento que, básicamente, implica sumar las respuestas positivas y restando las negativas, ponderando ambos tipos de respuestas según el grado de positividad o negatividad (mucho, poco...), en su caso. La DG ECFIN, por su parte, presenta los datos corregidos de estacionalidad, lo que no ocurre en los otros dos casos.

Como resultado, tenemos tres índices distintos para cada una de las dos medidas (situación actual, situación futura), con medidas no compatibles entre sí, aunque los gráficos de evolución de esas medidas, en un primer (o segundo) vistazo, sugieren que los índices se mueven de manera similar y, por tanto, grosso modo, miden lo mismo.

En los dos gráficos siguientes les ofrezco una comparación de esos índices para el periodo que tienen en común (septiembre de 2004 a enero de 2010), aprovechando que los últimos datos mensuales se han publicado recientemente (los del CIS, hoy; los del ICO, ayer; los de la DG ECFIN hace pocos días). Para poder compararlos mejor, he convertido todos los índices a una misma base, que vale 100 en el mes de septiembre de 2004. Eso no quiere decir que sean perfectamente comparables, pero lo son más que si los tuviéramos con sus valores originales.

Comenzamos por el indicador de la situación actual. Ya saben, hagan click en el gráfico para ampliarlo.


La historia que cuentan los tres indicadores es, básicamente la misma, con alguna variación. La percepción se mantiene en niveles similares hasta, más o menos, junio o julio de 2007. Desde entonces, empeora mucho, hasta niveles mínimos (históricamente, como puede comprobarse con los datos de la DG ECFIN, y como mostré en tiempos), más rápido en la serie del ICO que en las otras dos. Después se estabiliza en niveles muy bajos, antes en el caso del ICO, después en los otros dos, o, en el caso del ICO, vuelve a niveles algo superiores, todavía muy por debajo de los de septiembre de 2004.

La historia también es parecida, con sus variantes, para el caso de las expectativas sobre la situación económica futura.


De nuevo, esas expectativas permanecen más o menos estables durante casi tres años hasta que empiezan a caer, más o menos, hacia junio/julio de 2007. No parece una caída tan pronunciada como la de la percepción de la situación actual, aunque, de hacer caso a la serie de la DG ECFIN, mandó al indicador a mínimos históricos. Tampoco parece tan continuada. En este caso, el odd man out parece la serie del CIS, caminando más acompasadamente entre sí las dos restantes. En cualquier caso, todas reflejan una recuperación de las expectativas a partir de inicios de 2009, más o menos cuando el juicio sobre la situación actual había tocado fondo (o estaba a punto de hacerlo). La gente debió de pensar que a peor era imposible ir...

Esa recuperación se detuvo y los indicadores parecen haberse estabilizado en niveles muy cercanos a los del comienzo del periodo que consideramos aquí.

Ahora les toca a ustedes, lectores, interpretar todo esto. Pueden fijarse, como muchos hacen, en el ruido de uno o dos datos mensuales o adoptar una perspectiva un poco más distanciada. Ya saben cuál prefiero yo.

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1.2.10

La crisis ya se nota (algo) en la emancipación de los hijos

Uno de los efectos esperables de una crisis económica tan profunda como la actual es que los hijos tiendan a abandonar el hogar paterno más tarde. Quizá el factor principal sea la tasa de desempleo juvenil, aunque puede intervenir también la sensación ambiente de que las cosas van mal y, ya se sabe, en tiempos turbulentos mejor no arriesgarse.

En España ya empieza a observarse algo parecido. Con datos de la Encuesta de Población Activa podemos calcular, grosso modo, la tasa de emancipación para varones y mujeres jóvenes en distintas edades. Los emancipados serían todos aquellos individuos representados en la encuesta que no pertenecen a la categoría de hijos o hijas de la persona de referencia del hogar. Si dividimos su número por el total de mujeres/varones de cada tramo de edad, tenemos una tasa de emancipación. Si sube, los jóvenes abandonan antes el nido; si baja, lo contrario. Veamos qué está ocurriendo.

Primero, el caso de los varones. En el gráfico siguiente observamos el comportamiento de la tasa de emancipación de los varones en tres tramos de edad (20 a 24, 25 a 29 y 30 a 34) desde 1987 hasta la actualidad. Como se comprueba, esa tasa cayó en todos los tramos hasta mínimos que se situaron, según la edad, en el año 2000 o en el 2003. Después ascendió, en parte (sólo en parte) como reflejo de la mayor presencia de extranjeros en esas edades. El ascenso fue bastante notable en el tramo de 25 a 29, pues se pasó de mínimos cercanos a 31% a máximos del 47%.



La crisis parece haber detenido ese ascenso o, incluso, haberlo revertido en los tramos de 20 a 24 y de 25 a 29, pero todavía no parece notarse en el de 30 a 34.

En el caso de las mujeres, se observa una trayectoria parecida, aunque con niveles de emancipación superiores.


Igualmente, la crisis parece haber detenido o revertido el ascenso de la emancipación en las mujeres de 20 a 24 y de 25 a 29, pero no está claro que lo haya hecho en el tramo de edad superior.

El ritmo de cambio no hace esperar que se vuelva pronto en los tramos más jóvenes a las tasas mínimas de finales del siglo XX, y el que siga habiendo jóvenes extranjeros en esos tramos de edad hace improbable que se vuelva de nuevo a esas tasas, pero líbreme Dios de hacer predicciones. Ésas sí que las carga el diablo.

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