WonkaPistas

21.1.05

Nuestro estado niñera ataca de nuevo

Nuestras paternales autoridades siguen velando por nosotros. Esta vez toca atajar la "epidemia" de obesidad, sobre todo la infantil. Qué tiempos aquéllos, cuando la palabra epidemia se reservaba a las enfermedades infectocontagiosas y cuando el estado sí que ayudó (junto con la mejora del nivel de vida traída por el capitalismo, claro) a la contención (e, incluso, erradicación) de muchas de las más peligrosas de aquéllas.

Ahora se trata de que los fabricantes de comida "engordante" nos informen todavía más de los contenidos de esa comida, de reducir el contenido "dañino" de esos alimentos (menos grasa), de limitar la publicidad de ese tipo de comidas (todo sea por los pobres niños), de hacer más difícil el acceso a ellas, de convencernos de que hagamos más ejercicio y de convencer a las administraciones públicas de que gasten más en polideportivos y carriles-bici, es un decir.

Como lo anunciado ayer por la Ministra de Sanidad tan sólo son las líneas generales del plan correspondiente, este comentario se limitará a plantear algunas dudas.

1. ¿Está aumentando realmente la obesidad en los niños? Hasta ahora no he visto ni un buen dato diacrónico que llevarme a la boca. Y si está aumentando, ¿cuánto? La Ministra dijo hace unas semanas que habíamos pasado del 5% al 16,1% en las dos últimas décadas, refiriéndose, probablemente a los dos estudios más conocidos sobre el tema, pero no está claro que el cálculo se hiciera en 1984 (estudio Paidós) y en 1998-2000 (Estudio Enkids) con los mismos criterios, ni que ambos datos se refieran al mismo grupo de edad: Paidós (de 6 a 15) ; Enkids (de 6 a 13). Y si está aumentando, ¿tenemos claras las causas? ¿Pueden desestimarse tan fácilmente como hace la ministra las causas genéticas?

2. ¿Tenemos clara la relación entre consumo de bollería y otras comidas "demasiado" calóricas y obesidad de los niños? A priori, parecen relacionadas, pero sólo en condiciones de ceteris paribus. ¿Tenemos claros los demás factores que pueden influir? Estudios serios rechazan esa relación.

3. ¿Tenemos clara la relación entre consumo de bebidas carbónicas (refrescos) y obesidad de los niños? Ni siquiera en el país donde más estudios se hacen sobre esto, EEUU, está clara dicha relación, a pesar de lo que dicen los activistas.

4. ¿Hay alguna evidencia sólida de la relación entre publicidad de esas comidas y su mayor o menor ingesta? Me temo que tampoco está claro. En realidad, la evidencia acerca de que cuanta más publicidad se ofrezca de un tipo de productos, más se va a consumir de él es bastante débil; normalmente, la publicidad apenas sirve para diferenciar el producto de una empresa del de otra.

¿La hay entre la disponibilidad de máquinas dispensadoras en los colegios y obesidad o, si acaso, un excesivo consumo de calorías? Tampoco lo parece.

6. ¿Está clara la relación entre mejor información nutricional en los envoltorios de comida y la menor obesidad? ¿Acaso no habría aumentado la obesidad justamente en un periodo en que esa información ha mejorado sustancialmente?

5. A las administraciones públicas, sobre todo las locales, se les recomienda que construyan más polideportivos y parque para que la "ciudadanía" haga más ejercicio. Santo y bueno, pero, ¿no vienen haciendo esto cada vez más en los últimos veinticinco años? Pero, ¿no habíamos quedado que dentro de ese periodo de tiempo ha aumentado la obesidad? ¿Cómo se come (con perdón) que haya cada vez más polideportivos y que haya cada vez más gordos?
6. Muy adecuada la recomendación de que hagamos más ejercicio. Buen consejo. Es probable que los niños de hace un par de décadas hicieran más ejercicio que los de hoy. Estaban mucho más tiempo en la calle, jugando al balón, a la comba, corriendo, saltando, tropezándose, cayéndose, escalabrándose... ¿Acaso no les hemos retirado sus mayores de conductas tan arriesgadas? ¿Acaso no tiene que ver esa "retirada de las calles" con la creciente preocupación, bastante extendida en la población y alimentada desde la clase política, por minimizar los riesgos que vivimos, por reducirlos a cero?

7. Otrosí, ¿no tiene que ver esa "retirada de las calles" con que éstas, efectivamente, se han vuelto menos "amables" para el juego de los niños? Muchos españoles vivimos en ciudades muy grandes, llenas de tráfico y de calles poco transitables y, perdón por el barbarismo "jugables". ¿No tiene esto nada que ver con el tipo de crecimiento urbanístico que hemos tenido? ¿Y no ha dependido este crecimiento de la planificación efectuada desde las administraciones públicas? Podíamos haber crecido, es un suponer, más "a lo ancho" que "a lo alto".

8. En definitiva, las políticas que impondrán, poco a poco, pero las impondrán nuestras paternales autoridades supondrán más costes directos para nosotros (productos más caros, impuestos para financiar los "polideportivos") sin que estén claros los beneficios. No lo están ni siquiera en Finlandia...

8. Y por último, ¿no debería el gobierno, simplemente, limitarse a advertirnos de los posibles riesgos de nuestras conductas y dejarnos a nosotros incurrir (o no) libremente en ellos?
Sería más barato y permitiría un mejor desarrollo de la responsabilidad (y la libertad) individual.

ACTUALIZACIÓN: Véanse los comentarios, bastante pertinentes, especialmente el de Salvatierra.

2 Comments:

  • Por jugar un poco a la contra, dos comentarios con dudas sobre tu argumento:
    1) ¿si las causas de la obesidad fueran genéticas más que relativas a la alimentación, cómo se explican los cambios en las tasas de obesidad en las sociedades desarrolladas? ¿O no ha habido cambios?
    2) El argumento sobre la libertad de los individuos siempre flaquea cuando los sujetos que reciben la "protección" son menores, ¿no? Por eso lo del estado "niñera" es aquí más apropiado que nunca.
    Por ejemplo, lo de promover comidas sanas en las máquinas o bares de colegios o institutos. Puesto que hay colegios (públicos) en cuyas instalaciones se ofrece, de hecho, a la venta, comida (en máquinas o bares), no me parece tan mal que se favorezca que haya un tipo de comida u otra.

    By Blogger Josu, at 1/22/2005 10:00 a. m.  

  • El argumento de la genética es, obviamente, el más flojo. Y no estoy seguro de que se pueda aplicar para explicar el aumento de las cifras de obesidad. Pero 1) la definición de obesidad no deja de ser arbitraria, 2) los vínculos entre obesidad y enfermedades no están del todo claros, muchos de ellos están intermediados por otros factores (como el ejercicio), 3) lo que sí es cierto es que hay personas claramente obesas para las que su obesidad representa un auténtico problema, 4) si limitamos el problema a esas personas, y fuera cierto que su obesidad tiene, en un porcentaje alto, que ver con causas genéticas, estaríamos malgastando recursos. Estaríamos dirigiendo recursos a amplias campañas de las que no sabemos su eficacia última, en lugar de concentrarlos allí donde el "daño" es mayor.

    Con respecto al estado actuando "in loco parentis" para proteger a nuestros hijos, no niego que en alguna instancia deba ser así, pero en el caso de la publicidad y las máquinas expendedoras, pueden actuar perfectamente los padres, aconsejando a sus hijos cómo ver televisión, cómo "comer" o limitándoles el acceso a la televisión y las máquinas de snacks recortándoles el presupuesto. Si aceptamos, sin más, el papel del estado en estas cuestiones, ayudamos, todavía más, a que los padres eludan sus responsabilidades. No estoy seguro de que sea eso lo que queremos.

    By Blogger Wonka, at 1/22/2005 10:20 a. m.  

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