Tolerancia cero en las aulas británicas
"Todo alumno y todo profesor tiene el derecho a esperar un aula segura y ordenada, de modo que pueda florecer la enseñanza y el aprendizaje. Toda conducta indebida sobra y no debe ser tolerada. Necesitamos volver a trazar la línea de lo aceptable".
La oposición conservadora también está por la labor, y propone devolver a las escuelas y los profesores la capacidad para restaurar la disciplina en los centros.
En España, las discusiones sobre el desorden en las escuelas no han llegado todavía a esos términos, pero deberían hacerlo ya. Sobre todo en los institutos públicos, son muchos los profesores que coinciden en que la enseñanza es casi imposible debido a esos desórdenes de baja intensidad que, bien no se les da la debida importancia, bien no se atajan. Me refiero a conductas tales como: masticar chicle en clase, sentarse mal, estar hablando toda la clase, dar malas contestaciones al profesor, faltar al respeto a los compañeros, no traer los libros o los cuadernos, "pasar" completamente del curso normal de la clase, tener los móviles encendidos, etc. No hay estudios "objetivos" sobre estos comportamientos, pero (si vale la experiencia de familia y amigos de quiene esto escribe) son cotidianos.
El resultado último de dejar, una y otra vez, sin sanción o corrección ejemplos de mala conducta considerados de menor importancia es, por una parte, contribuir al mantenimiento del desorden de baja intensidad y, por otra, alimentar en los alumnos difíciles la sensación de impunidad, lo que les refuerza en su conocimiento de que la normativa sancionadora es, probablemente, excesivamente garantista. Todo lo cual es el mejor incentivo para que no se aparten de comportamientos cada vez más "disruptivos".
Que se mantenga ese desorden de baja intensidad y que a esos alumnos difíciles no se les "paren los pies" en seco tiene varios efectos perniciosos para el buen funcionamiento de la enseñanza. Entre ellos los siguientes.
Primero, las energías del profesorado que deberían dedicarse a enseñar se dedican a mantener el orden, en proporciones crecientes.
Segundo, en la medida en que esto es así, sufre especialmente el amplio segmento de alumnos que requieren de las mejores condiciones para aprender (máximo de orden, máximo de atención, máximo de concentración del profesor). Son estos alumnos los que más se benefician del entorno escolar en su aprendizaje, lo que más necesitan de la ayuda directa del profesor y de un buen ambiente de aprendizaje. La frustración de algunos (o muchos de ellos) puede llevarles a disminuir su rendimiento o, en el peor de los casos, a unirse a las filas de los alumnos difíciles.
Tercero, ante el profesorado, incluso el más vocacional, se le abren dos vías de mínima resistencia y cada vez más transitadas: la baja laboral, temporal o definitiva, ante la imposibilidad de hacerse cargo de una situación cotidiana de indisciplina y desorden continuos; o el acomodo a la baja, esto es, el abandono de toda pretensión de mantener un mínimo de orden y el de casi toda pretensión de enseñar y ayudar a aprender.
Estos problemas y sus posibles soluciones deberían ser objeto del debate público sobre educación en España. ¿O es que queremos que la situación se deteriore hasta un punto de no retorno? Por mi parte, no creo que esté de más empezar a pensar, como los británicos, en términos de "tolerancia cero".
6 Comments:
Gracias JF. Bienvenido.
By Wonka, at 2/01/2005 5:05 p. m.
Soy profesor de universidad. la situación en nuestras aulas s mucho más agradable que en los institutos. No obstante en el primer curso, el aula puede ser un auténtico gallinero. El profesor y el alumno son adversarios en un campo de batalla.
El curso pasado tuve un grupo especialmente beligerante. Era imposible dar clase normal. Hice una encuesta (anónima) a los alumnos sobre la forma de mejorar la clase, y me sorprendí al ver que MAYORITARIAMENTE pedían: expulsar a los que molesten. Eran incluso más radicales que yo.
Y eso hice. Y me fue de maravilla. La disciplina en el aula beneficia a los estudiantes.
By Anónimo, at 2/01/2005 5:58 p. m.
No es mala idea lo de la encuesta. ¿Das clase en una universidad pública o privada? No estoy seguro de que se pueda "echar" a los alumnos en la pública.
By Wonka, at 2/01/2005 6:24 p. m.
Pues trabajo en una universidad pública. No hay problema en expulsar a un alumno si la situación está justificada. Si el alumno siente que es muy injusto, tiene mecanismos de defensa -defensor del alumno, delegación...- pero cuando se le expulsa por indisciplina y con buenos modales, lo entienden perfectamente.
Los estatutos de las universidades dejan muy claro que a lo que tienen derecho los alumnos es una enseñanza de calidad, etc etc. Y justo por esa razón, se puede expulsar a un alumno que obstaculice ese derecho que tiene el resto de sus compañeros. Y si eso no lo hace el profesor, no lo hace nadie.
By Anónimo, at 2/02/2005 4:02 p. m.
yo en argentina trabajaba en una escuela publica, y el sistema esta diseñado, lamentablemente, para que los alumnos mas problematicos, con actitudes que en algunas ocasiones son predelictuales, puedan pasar toda su escolarizacion sobre algodones.
despues, veo a los niños de 20 años, recien salidos de los colegios, despues de haber hecho pasar innumerables malos momentos a docentes y compañeros, y que no les ha "beneficiado" toda esa tolerancia en lo mas minimo, y es muy frustrante.
el sistema educativo es una especie de mascarada a niveles astronomicos.
By Fer Nando, at 2/05/2005 11:25 p. m.
Soy profesora de secundaria de visual y plástica.Una asignatura que podría representar un relax para los alumnos, representa muchísimas veces un infierno para el profesor. Gritos, no traerse el material, negarse a hacer lo que se les manda. En ocasiones tirarse colores, ceras,etc. Mi impotencia es infinita. El primer día ellos marcan unas normas que se supone que todos han de cumplir; pero no hay manera, nada más nos queda la herramienta de la expulsión,que nos sirve a nosotras pero poco a ellos. Creo que ya es hora que se haga alguna cosa.Ya se que parte de culpa está en la educación que le dan los padres.
By CARMEN ANDÚJAR, at 10/14/2009 7:45 p. m.
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