Expertos
Crítica de las afirmaciones contenidas en la entrevista a José Sanmartín, director del Centro Reina Sofía para el Estudio de la Violencia (CRSEV) (El Mundo, 18 de octubre de 2004, p. 16)
A continuación critico la mayor parte de las afirmaciones de Sanmartín en la mencionada entrevista, generalmente por no ajustarse a los datos reales que un experto como él debería conocer. Sus afirmaciones están en cursiva.
"En algunos contextos está creciendo mucho [la violencia]. Por ejemplo, la violencia de género, lo que nosotros llamamos femicidio"
No toda la violencia de género acaba en muerte de la mujer, no toda es, por tanto, femicidio.
"[La violencia que más me preocupa es] la de género. Es ... la que más está creciendo y la que tiene a víctimas cada vez más jóvenes"
Dejemos para otra ocasión la idea de que está creciendo. Pero, ¿de qué datos saca la idea de que las víctimas son cada vez más jóvenes? Quizá de los propios datos del CRSEV. Pues no: en el año 2001, la media de las muertas a manos de su pareja era de 37,3 años, en 2002, de 41,6, en 2003, de 41,1, y en 2004, de 43,2 (cuadro 1). Obviamente, con una serie de tres años, poco podemos afirmar en términos diacrónicos, pero, más bien, parecería mantenerse o subir. La mediana dice, más o menos, lo mismo (34, 35, 37 y 39,5: no baja). Y la moda varía como varían las modas, de un año para otro.
"Hoy, la mayor tasa de prevalencia de asesinadas se da en menores de 25 años"
Va a ser que no. Primero, ¿cuál es el denominador de dicha tasa de prevalencia? Para el caso de las mujeres de 25 a 34, pongamos por caso, está claro: el número de mujeres en España que tienen dichas edades en el año correspondiente. Pero, en las menores de 25, ¿dónde se sitúa el límite inferior del intervalo? ¿A los 0 años, como dicen los editores de los libros de texto? ¿A los 15 años, como fecha convencional de cálculo de la fecundidad femenina? ¿A los 18 años, como fecha de la mayoría de edad? ¿A los 14, a los 13?
Pongámoslo en 15 años, pues en los datos de 2004 la joven fallecida de menor edad tenía 15 años. No es una edad demasiado baja, pues entre los femicidios se incluyen los noviazgos y muchas mujeres tienen novio desde edades tempranas. Así, además, tenemos un intervalo de diez años, igual que los que utiliza el CRSEV. Para los años de los que ofrece datos el CRSEV (2001-2004), las tasas serían las que muestra el cuadro 2. Sólo en 2004 parece la tasa de las menores de 25 años superior a las demás. En el resto de los años, la tasa superior suelen tenerla las mujeres de 25 a 34 años. Como media del período, parece claro que la tasa más alta corresponde a los 25-34, le sigue la de los 35-44 y en tercer lugar aparece la de 15-24.
Entonces, cuando Sanmartín dice "hoy, la mayor tasa de prevalencia ... se da en menores de 25 años" se está refiriendo, estrictamente, al hoy, a los ultimísimos datos. Pero esos datos pueden variar mucho de aquí a finales de año. Téngase en cuenta que la tasa de 15-24 para 2004 se basa en 9 casos y la de 25-34 en 11; a poco que los 9 casos no aumenten y los 11 aumenten en dos, ya superaría la tasa de 25-34 a la de 15-24. Por eso es mejor utilizar las medias de un periodo más amplio que un año, porque esas pequeñas variaciones afectan menos al resultado final.
A continuación se lanza a explicar las causas de un fenómeno para el que los datos son, como poco, dudosísimos, tal y como hemos visto.
"Porque la gente se está socializando mal. No estamos adecuando de forma adecuada para superar el sexismo. Se está produciendo una socialización anómala, sexista. Hace 20 años ... creía que a medida que avanzáramos socializaríamos mejor, pero, a la luz de los datos, tengo mis dudas, sinceramente".
Obviamente, a la vista de cómo maneja los datos, tendría que haber dicho "a la sombra de los datos". A la luz de los datos, debería, más bien callarse, o, si acaso, preocuparse por cómo se ha "socializado" a la gente que tiene en los últimos cuatro años entre 25 y 34 años; por cierto, que ya están bastante "socializados" y no parece que quepa hacer mucho más por ellos salvo dedicarles alguna campaña de información o "concienciación".
Después detecta (término del periodista) una violencia nueva, la "interétnica". Gran sagacidad. Y, como debe de ser muy grave, prosigue: "Hay una xenofobia explícita que debe ser erradicada. No tenemos datos aún, pero en Alemania este fenómeno se estudia desde 1985. Y España no está al margen de Europa".
Es decir, no tenemos ni idea del alcance de este tipo de violencia, pues no tenemos datos. Eso sí, los alemanes, aplicados ellos, la llevan estudiando desde 1985 (¿con qué resultados?). Y, como España es Europa... ¿Deberíamos haberla estado estudiando desde 1985?
Proseguimos con unas bonitas cifras sobre inmigración y violencia. "De cada 10 detenidos, cuatro son extranjeros. Pero de esos cuatro, dos lo son en aplicación de la Ley de Extranjería, no por actos violentos".
Vaya, resulta que sus datos tampoco son buenos. Incluyendo todas las infracciones que considera el Ministerio del Interior en su Anuario de 2003 (cuadro 3), los extranjeros representarían el 46,1% de los detenidos. Hasta aquí, Sanmartín va relativamente bien. Falla, poco, en la proporción de los detenidos extranjeros que representan las infracciones a la Ley de Extranjería: no es el 50% sino el 44%. En lo que falla es en su estimación del 20% de los delitos cometidos por extranjeros. Pues no, los detenidos extranjeros acusados de haber cometido un delito son el 31,9% del total. Y los detenidos por faltas son el 58,6%. Quizá él estuviera pensando en datos de años anteriores, pero a un experto en violencia se le supone el conocimiento de los datos más recientes.
Teniendo en cuenta que al comenzar el año 2003 los extranjeros empadronados en España eran 2.664.168, su índice de detenciones por delitos sería del 2,48%, mientras que el de los españoles sería del 0,35% (140.787 : 40.052.896 x 100). Esto es, la probabilidad de que un extranjero sea detenido por cometer un delito en un año sería, para 2003, siete veces superior a la de un español.
Los inmigrantes, en realidad, sólo serían responsables del 20% de los delitos (quiere decir del total de infracciones), por obra y gracia de Sanmartín, pero, además, tampoco serían responsables, pues "gran parte de esos inmigrantes se ve forzado a delinquir por la exclusión social. Y sabemos que la exclusión multiplica por cuatro el riesgo de incurrir en un comportamiento delictivo".
Es casi mi frase preferida de la entrevista. Primero, la habitual exculpación de quien comete un delito (se vio forzado) y, segundo, la razón por la que cabe exculparle, la "exclusión social". Antes era la pobreza, hoy, la exclusión. Y obsérvese cómo lo explica: la exclusión cuadruplica el riesgo de incurrir en un comportamiento delictivo. Como si delinquir fuera lo mismo que sufrir un ataque al corazón, o caer fulminado por un rayo, o ser atropellado por un coche, o fallecer en un accidente de tráfico.
En todo caso, de ser cierto el dato de un "riesgo" cuatro veces superior, dado que la inmensísima mayoría de la gente del común no delinque (0,48 detenidos por 100 habitantes en 2003), entonces, a pesar de ser, proporcionalmente, cuatro veces más, la inmensísima mayoría de los excluidos tampoco lo hace (su tasa de detenciones sería de 1,9% al año), luego, no exime de responsabilidad el ser excluido.
A continuación, echa una manita el periodista: "Entonces, deberíamos comparar los porcentajes de inmigrantes que delinquen con los porcentajes de población española en riesgo de exclusión social..."
Se me nubla la mente ante lo útil de tal comparación. Quizá lo que quiere decir es que hay que comparar la proporción de inmigrantes que delinquen con la proporción de españoles que lo hacen, teniendo en cuenta que la proporción de excluidos entre los primeros es distinta (se supone que superior) que en los segundos.
Y Sanmartín corrobora el atropellamiento del periodista: "Y veríamos cómo las cifras se parecen mucho más".
¿Qué cifras?
Sigue con una ración de encuestas. "Desgraciadamente sigue habiendo tolerancia social al maltrato de la mujer. Estudios ya publicados señalan que el 20% de los jóvenes encuestados dice que la mujer debe seguir en casa aunque sea maltratada".
O sea, que el que un quinto de no sabemos qué jóvenes crea eso quiere decir que hay tolerancia social. ¿Y qué pasa con el 80% restante? ¿Y qué pasa con otros indicadores que podrían utilizarse? Haya o no haya tolerancia, no se puede mostrar con ese dato tan, con perdón, ridículo.
El clímax de las comparaciones se alcanza a continuación. "Frente a la tasa nacional de incidencia de violencia contra la mujer (una maltratada por cada 1.000 mujeres) en Valencia nos salen 60 por 1.000"
¿Sesenta veces más maltrato en Valencia que en el conjunto de España? Veamos. Lo de una mujer maltratada por cada 1.000 mujeres no sé de dónde sale. Uno de los datos que se suele utilizar es el número de denuncias por malos tratos (delitos y faltas), tal y como hace el mismo CRSEV. Pues bien, según sus datos, la prevalencia por cada mil mujeres fue de 1,45 en 1999, 1,48 en 2000, 1,56 en 2001, 2,71 en 2002 y 2,98 en 2003 (téngase en cuenta que hay una ruptura de datos en 2002; y que son datos del total de maltratadas, no sólo a manos de su pareja, aunque éstas suponen un elevadísimo porcentaje de las primeras).
Tomemos los datos de 2002, disponibles en la página web del CRSEV, con los que puede comprobarse que la tasa de prevalencia para la provincia de Valencia era de 3,16 por mil, algo más elevada que la media de 2,71, pero no sesenta veces más elevada. Y en años anteriores, la tasa valenciana es incluso inferior a la nacional.
Antes de acabar, los mayores. "Tenemos estudios que indican hasta un 4% de mayores agredidos"
Puede estar refiriéndose a dos cosas. Que los mayores (¿edad?) supongan un 4% de una muestra o un universo de personas agredidas, o que el 4% de los mayores sean agredidos (¿al año?). Lo segundo parece una barbaridad, pues entonces estaríamos todo el día hablando de las agresiones a mayores (40 por mil) y no de las agresiones a mujeres (1 por mil). Luego habrá de ser lo primero. Pero si lo es, la relevancia del dato del 4% habrá que estimarla teniendo en cuenta el porcentaje de "mayores" en la población española, pues, por sí solo, no significa nada.
Si se refiere a mayores de 65 años, en la población estimada para 2004 por el INE, hay un 16,8% del total (cuatro veces su porcentaje del 4%); si se refiere a mayores de 75 años, hay un 7,9% (dos veces el 4%). Sólo si se refiere a los mayores de 80 años empezaría su porcentaje a asemejarse al peso de dicha población en el total (4,29%).
Por último, los jovencitos. "Lo bueno es la reducción del número de detenidos menores de 18 años".
Da la impresión de que se refiere a la variación entre 2002 y 2003. Finalmente acierta en un dato, pero ¿qué relevancia tiene la variación en un año? Y, además, ¿no habría que tener en cuenta la "prevalencia" y no sólo el número absoluto de detenidos?
Vendría bien recordar, por otra parte, que la delincuencia juvenil (detenidos por la policía o la guardia civil con menos de 18 años) aumentó considerablemente entre 1992 y 2002, desde 20.829 a 28.025 detenidos, justo en un periodo en que la población menor de 18 años se había reducido considerablemente (de 4.800.000 a 3.400.000) (todo ello según datos del Sindicato Unificado de Policía en su página web).
En definitiva, una entrevista sin desperdicio. ¿Cuántas otras se nos pasan sin reparar en que las afirmaciones del experto correspondiente son, como poco, dudosas?
martín
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