WonkaPistas

15.5.07

Alarmismo ecológico y apatía de los individuos

Aunque yo no confío tanto en mi capacidad para explicar algunas cosas como lo hace Luis I. Gómez (Desde el exilio), me atrevo a proponer algunas hipótesis sobre una cuestión que me plantea, más que nada porque precisamente estos días he estado trabajando en temas afines. Resulta que un científico británico ha averiguado que los mensajes sobre las catástrofes ecológicas que, supuestamente, se avecinan, en lugar de mover a la gente a actuar poniendo remedios, les sume en una actitud de apatía. A mí, desde luego, no me extraña. Se me ocurren varias ideas no elaboradas al respecto.

1. Ante todo, independientemente del tono de los mensajes, hay que entender que la mayoría de las veces, la solución de los (supuestos) problemas ecológicos se plantea en términos de la producción de un bien público mediante una acción colectiva, en la que tendrían que participar millones de personas. Siendo así, es lógica la actitud de apatía o de falta de compromiso: lo que cada uno puede aportar a la solución del problema es tan poco que no merece la pena, y, de todos modos, si se resuelve el problema, uno mismo se beneficiaría aun sin haber contribuido a ello.

Por otra parte, estamos acostumbrados a que, si se plantean así las cosas, la respuesta sea la habitual: el estado interviene de un modo u otro. "Ya lo hará" o "que lo haga", pensarán muchos ciudadanos, eludiendo la supuesta responsabilidad que pudieran tener.

Más allá del problema de acción colectiva, quizá serían bastantes los ciudadanos que, de todos modos, se sintieran llamados a ciertos comportamientos, es un decir, responsables. Entran en juego, entonces, otros obstáculos.

2. Los mensajes de catástrofe ecológica, de doom and gloom como dicen los anglos, podemos percibirlos como un ruido más de la discusión pública, ya bastante llena de ruidos. Bien se convierte en un elemento más del ruido de fondo con el que nos hemos acostumbrado a vivir, bien lo silenciamos, como tantos otros mensajes.

3. Esos mensajes no acaban de entrar a formar parte de nuestro conocimiento de las cosas, ni de manera intelectual ni de manera, perdón por el palabro, experiencial. No es que toda nuestra conducta la muevan conocimientos de este tipo, pero pueden ayudar. A mí me da la impresión de que ideas o fenómenos como el calentamiento global son, por sí mismos, muy difíciles de aprehender. Para ello se requiere tranquilidad, detenimiento, reflexión, atención prolongada, sosiego en la elaboración de juicios, cosas así. El tono apocalíptico de los mensajes periodísticos y de no pocos científicos no ayuda a ese tipo de conocimiento.

De todos modos, nos queda algo, en la forma de conocimientos superficiales, de palabras mágicas que repetir cuando la ocasión lo requiere, por ejemplo, en una conversación con nuestros amigos o vecinos. Como es improbable que alguno de ellos nos haga ver lo superficial o lo mágico de ese conocimiento (por desconocimiento de ellos mismos o por cortesía), seguiremos teniéndolo dispuesto para la próxima ocasión.

4. Los mensajes apocalípticos contribuyen a que afrontemos los problemas ecológicos con un sentimiento de inevitabilidad. La cosa es tan grave, de dimensiones tan enormes, implica a fuerzas tan fuera de nuestro alcance, que nada podemos hacer, nosotros, minúsculos humanos. Los héroes griegos se abrazaban a su destino; nosotros, que estamos para pocas heroicidades, nos encogemos de hombros ante él.

5. Si de verdad hacemos nuestros esos mensajes, lo normal es que produzcan en nosotros sentimientos de miedo y/o angustia. Muchos reaccionamos ante el miedo paralizándonos, o huyendo. La angustia también puede llevar a la inacción, o a maneras de reducirla que no implican afrontar directamente la causa de aquélla, sino distraer nuestra atención a cuestiones más agradables.

6. Los mensajes ecológicos apocalípticos siguen el habitual sentido de arriba (elites diversas) a abajo (público en general). Sin embargo, me da la impresión de que, en lo que tiene de auténtico, el movimiento ecologista surgió (en Estados Unidos, en Alemania) más bien de abajo a arriba. Es decir, partiendo de problemas locales, más fácilmente cognoscibles e integrables en la propia experiencia y en la propia conducta.

Tengo alguna idea más, pero está todavía más cruda que las anteriores. Seguro que los lectores de Wonkapistas las tienen más cocinaditas.

Etiquetas: ,