WonkaPistas

24.6.09

No hagan mucho caso a la interpretación de este informe sobre drogodependientes

Se trata del último "perfil del drogodependiente" en España, con datos de 2008 y elaborado por la UNAD (Unión de Asociaciones y Entidades de Atención al Drogodependiente). El texto del documento completo está aquí y aquí lo que sería equivalente a una nota de prensa.

En realidad, tampoco deberían de hacer mucho caso a los datos. Es un estudio hecho sobre 30.000 fichas de los más de 150.000 usuarios atendidos en 2008 por las 254 asociaciones pertenecientes a la UNAD. Suena a mucho, ¿verdad? Sí, pero no tenemos ni idea de si la muestra es representativa del conjunto. Es decir, ni siquiera sabemos si los datos son representativos de los drogodependientes que acuden a esas asociaciones en busca de asesoramiento o ayuda.

Pero supongamos que los datos son representativos (un gran suponer, eso sí). Si lo fueran, algunas de las interpretaciones vertidas en la nota de prensa son o ridículas o tan sesgadas que dan vergüenza.

Por lo pronto, vuelve el fantasma de la feminización:

Las drogodependencias han dejado de ser un problema mayoritariamente masculino, el 44,51% de las personas atendidas eran mujeres. Durante unos años hemos asistido a una lenta pero constante feminización del consumo. Luciano Poyato Roca, presidente de UNAD, recuerda que hace una década que el porcentaje de varones era del 89%.

Y en 2006, según el informe correspondiente, el porcentaje de mujeres era del 26,72%. ¡Cuánto cambio en dos años! ¿No es raro? En fin, en dos años el porcentaje de mujeres atendidas se habría multiplicado por 1,7: feminización, feminización. En realidad, con esos datos no tenemos ni idea de si cada vez más mujeres son drogodependientes (es decir, no consumidoras de drogas, sino consumidoras que, por los problemas que les plantean aquellas acuden a centros asociados a la UNAD). De hecho, puede que sea lo contrario.

Veamos. En 2006 las asociaciones de la UNAD atendieron a 365.707 usuarios, de los cuales el 26,7% eran mujeres, esto es, unas 97.700. En 2008 atendieron a ... 157.317 usuarios (¡albricias! ¿se está resolviendo el problema de la drogodependencia en España o es que cada vez menos drogodependientes optan por acudir a las asociaciones de la UNAD? No lo sabemos: esta evolución de las cifras no merece comentario en la nota de prensa), de los que el 44,5% eran mujeres, esto es, unas 70.000. Es decir, 27.700 menos que en 2006, o sea, un 28% menos: ¿feminización?

Segundo, resulta que ya no hay grupos de riesgo:

En cuanto al nivel de estudios, decir que cada vez responde menos al estereotipo de consumo y falta de formación. Únicamente el 9,95% no tiene estudios, pero el 32,88% ha accedido a la educación primaria y el 27,80% a la secundaria. El 5,28% son universitarios. En este sentido el presidente de UNAD, Luciano Poyato, ha señalado que el consumo problemático de drogas está presente en cualquier sector social, económico y cultural, y no se puede hablar de grupos de riesgo.
Oh, oh, un 33% ha accedido a la educación primaria y, ojo, ojo, un 5% son universitarios. Y con eso se llega a la conclusión de que el consumo problemático está presente en cualquier sector y no se puede hablar de grupos de riesgo. Pues no podemos sacar ninguna conclusión sólo con esos datos. Nos hace falta compararlos con los de la población en general. Como no nos dicen este año nada de la edad media ni los tramos de edad en que se comprende su muestra...

Supongamos que la edad media es parecida a la del informe de 2006, esto es, de 30,5 años. Podríamos tomar, por ejemplo, datos de la población de 16 a 44 años, que, según la EPA del primer trimestre de 2008, tiene una edad media de 31,1 años, aproximadamente. Prueben ustedes con otros intervalos plausibles, si quieren.

En la muestra de la UNAD hay un 24,1% del que no sabemos el nivel de estudios, por lo que una posibilidad es recalcular los porcentajes de cada nivel sobre el porcentaje de los que sí conocemos el dato de estudios (75,9%). Así recalculado, el porcentaje de los que no tienen estudios o sólo los tienen primarios sería del 56%, mientras que en la población de 16 a 44 años sería del 12%. Los porcentajes correspondientes a los universitarios serían 7 y 20%. Con estos datos podemos calcular el riesgo extra de ser drogodependiente que tiene alguien con estudios primarios en comparación con alguien con estudios universitarios. Lo ven en el cuadro siguiente.



Drogodependientes
(A)
Población general
(B)
B / A
Primar. (o menos) 56,42 11,7 4,82
Universitarios 7 20,3 0,34
Riesgo extra de los que tienen estudios primarios (4,82/0,34) 14,0

Es decir, el riesgo de ser drogodependiente de alguien con estudios primarios es 14 veces superior al que tienen los universitarios. Sí, hay drogodependientes en todos los niveles de estudios (y, por tanto, niveles sociales), pero en algunos la proporción es mucho más elevada que en otros.

Por último, parece que los drogodependientes "ya" no son tan marginados:

Los datos sobre la situación laboral ya no reflejan la marginalidad y la exclusión social de hace unos años. El 23,68% de las personas atendidas trabaja. El 19,64% de las personas se declara en paro. El 18,31% tiene algún tipo de subsidio o renta básica. El 19,64% asegura ser estudiante.

Seguro que no todos son "marginados" o "excluidos", pero, de nuevo, cada situación laboral presenta riesgos distintos. Calculando los riesgos relativos tal como he hecho más arriba, teniendo en cuenta, en este caso, a la población de 16 a 64 en 2008 (la media de los cuatro trimestres), un parado multiplicaría por 4 el riesgo de un ocupado (o por 9 si consideramos a los que tienen "subsidio o renta básica" como parados). Eso no quiere decir que el paro sea un factor de drogodependencia, pues la causalidad puede ser bidireccional.

En definitiva: no sabemos si la muestra es representativa. Aun si lo fuera, la interpretación de los datos parece bastante dudosa.

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4.6.09

La fecundidad de las extranjeras en España en 2008 (gráficos curiosos LXXXIII)

El INE ha publicado hoy los resultados provisionales del Movimiento Natural de la Población correspondientes a 2008. Hay un montón de datos interesantes, de los que quizá me ocupe en otro momento. Por hoy baste con el gráfico siguiente, en el que se muestran las tasas de fecundidad de las mujeres que viven en España (empadronadas) por nacionalidades (1). Hagan click en él para ampliarlo.


Como pueden observar, si lo han ampliado, las extranjeras tienen una tasa de fecundidad algo superior a las españolas (6,9 frente a 4,9%), pero eso no es lo más relevante. Yo destacaría dos cosas más. Primera, la gran diversidad de tasas, que van desde el máximo de las gambianas (20,6%) hasta el mínimo de las noruegas (2,0%). Segunda, y muy llamativa, que en los primeros diez lugares del ranking (de 58 nacionalidades extranjeras consideradas), nueve, si no me equivoco, corresponden a países musulmanes (Gambia , 20,6%; Bangladesh, 18,5%; Argelia, 18,0%; Pakistán, 18,0%; Marruecos, 17,2%; Senegal, 16,45; Mauritania, 15,0%; Guinea, 14,7%; y Nigeria, 14,1%) y uno, Ghana (14,2%), con una minoría musulmana importante.

Podría ocurrir que justamente esas nacionalidades se empadronasen relativamente menos que el resto y que, por tanto, el denominador fuera demasiado bajo (y, por tanto, la tasa demasiado alta). Pero para que las tasas se situasen, por ejemplo, en los niveles de las mujeres latinoamericanas, ese denominador tendría que multiplicarse por dos o más, lo cual parece excesivo, salvo que pensemos que, en realidad, también por ejemplo, en España vive el doble de mujeres marroquíes que las empadronadas. Por ahora, yo pienso, simplemente, que tienen tasas de fecundidad muy elevadas, mientras no encuentre información contraria a esa hipótesis.

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(1) Tengan en cuenta que es un indicador aproximado, pues el Padrón no reflejará exactamente la cantidad de personas de cada nacionalidad que residen en España. Sin embargo, es la fuente más aproximada que tenemos. Fíjense en que las tasas se calculan sobre la población de mujeres convencionalmente en edad fértil (15 a 44 años), y en que sólo incluyo las nacionalidades con 1.000 mujeres en esas edades o más.