27.7.12
25.7.12
La dimensión de los problemas
La dimensión del problema del paro es más aprehensible, tanto por la vivencia cercana en las propias carnes o en la de familiares, amigos o vecinos, como por el bombardeo continuo de las cifras correspondientes en los medios de comunicación. Sin embargo, en mis conversaciones cotidianas sobre la crisis me da la impresión de que no apreciamos en su auténtica medida el problema del déficit público. No sé si ocurre así porque las magnitudes nos son inconmensurables o, más bien, porque no se expresan en términos comprensibles.
Antes de que el cielo caiga sobre nuestras cabezas (Josu Mezo dixit) o de que muramos todos (como gusta de decir Pablo Rodríguez Suanzes), me gustaría, al menos, compartir con ustedes el ejercicio que he hecho para hacerme yo mismo (y los que me rodean) una idea de ese problema en concreto.
Primero, lo básico: a cuánto asciende el total de gastos públicos y de ingresos públicos. Ya saben, hagan click en el gráfico para verlo bien.
Como observarán, está expresado en moneda corriente, sin tener en cuenta la inflación. No me interesa ahora cuánto ha crecido el estado en los últimos cuarenta años, sino la dimensión actual del desequilibrio entre ingresos y gastos, y recordar que nuestro estado ha estado desequilibrado durante gran parte del periodo desde 1970 hasta hoy.
En 2007 los gastos ascendieron a 413.000 millones de euros, por debajo de unos ingresos de 433.000 millones. En 2009 los gastos habían crecido hasta los 485.000 millones (+72.000), pero los ingresos habían caído hasta los 368.000 (-65.000). La brecha se había abierto desde los 20.000 millones de superavit de 2007 hasta los 117.000 millones de déficit de 2009. Desde entonces, las cosas han mejorado muy poco.
Las cifras anteriores siguen siendo difíciles de apreciar. Para ponerlas en términos más comprensibles, se las suele poner en relación con el Producto Interior Bruto, es decir, grosso modo, la riqueza que se crea en España en un año. Así lo he hecho en el gráfico siguiente.
En 2007, nuestro gasto público suponía el 38,4% del PIB, mientras que el ingreso público ascendía al 41,1%. En 2009, el gasto se había disparado (por sí mismo y por la caída del PIB) hasta el 46,3% del PIB. El ingreso público, por el contrario, se desplomó hasta el 35,1% del PIB, la cifra más baja desde 1985.
Visto con perspectiva histórica, el problema no es tanto de crecimiento de gasto (que también lo es) como de caída de ingresos. El gasto no situó en máximos, pues no superó el anterior, del 49,6% del PIB, pero entonces los ingresos apenas cayeron, hasta un 42,6%.
En el tercer gráfico podemos ver la evolución de la diferencia entre ingresos y gastos, de nuevo, en porcentaje del PIB.
La gravedad de la situación actual destaca en la serie de cuarenta años.
A algunos quizá les baste con los gráficos y las cifras anteriores para hacerse idea de la magnitud del problema del déficit público en la actualidad. A mí no. Aunque estoy acostumbrado a manejar este tipo de datos en mi trabajo, en última instancia prefiero (o necesito) reducirlos a medidas comprensibles.
La medida que yo veo más comprensible es la mera diferencia entre gastos e ingresos, expresada en porcentaje de los ingresos. El estado como una familia: con sus ingresos y sus gastos. No el estado como si fuera toda la economía española y pudiera “tirar” de todo el PIB para pagar sus gastos.
Primero, la diferencia de gastos - ingresos en términos absolutos.
Y, por último, la diferencia en términos relativos.
Como ven, en 2007 el estado español gastaba un 4,7% menos de lo que ingresaba. En 2009 gastó un ¡¡¡31,8%!!! más de lo que ingresó. Y en 2011 los gastos todavía superan a los ingresos en un 24,2%.
La diferencia máxima que había podido observarse en la serie histórica se dio en 1995, un 19,3%, unos 12 puntos porcentuales menos que en el máximo actual.
Esa es la auténtica dimensión del problema del déficit público.
Gastamos casi un 25% más de lo que ingresamos.
En una familia, esto sería un problema gravísimo, pero quizá, por lo pronto, esa familia tendrá ahorros con los que sufragar esa diferencia y lo más normal es que haga todo lo posible por aumentar sus ingresos y, si esto no es posible, reducir sus gastos, también en la medida de lo posible. Y si, con todo ello, no puede cubrir la diferencia, tendrá que endeudarse.
Nuestro estado no tenía ahorros (o apenas los tenía). Es decir, mientras no reduce la diferencia entre gastos e ingresos, recortando unos y aumentando los otros, ha de endeudarse..., si es que le prestan, y si es que le prestan a unos tipos de interés que le permitan ir devolviendo lo prestado.
Gastamos casi un 25% más de lo que ingresamos. Si queremos tener unas cuentas públicas equilibradas, o aumentamos los ingresos en un 25% o reducimos los gastos en un 20%, o combinamos ambos tipos de medidas para producir el mismo efecto. Esto es lo que hay.
Etiquetas: españa, gasto público