WonkaPistas

28.9.07

¿Cae el consumo de drogas entre nuestros escolares?

Según la nota de prensa del Ministerio de Sanidad, baja el consumo de drogas entre los escolares de 14 a 18 años por primera vez desde 1994. Y, claro,

estos resultados son fruto del esfuerzo realizado por las administraciones y todos los agentes implicados en materia de prevención.

Medallas para todos.

En realidad, no sabemos siquiera si hay medallas que poner. Las afirmaciones se basan en la última ola de la encuesta sobre uso de drogas en enseñanzas secundarias, la correspondiente a 2006/2007, en comparación con la de 2004. El problema, como ya mencioné aquí el otro día, es que los datos de 2004 hay que ponerlos en cuarentena, pues la manera de llevar a cabo la encuesta se apartó bastante de lo que se había hecho en años anteriores. Tanto que los autores del informe correspondiente, como vimos, advertían en contra de comparar con años anteriores. Las dudas eran muy claras, sobre todo, en el consumo de alcohol y tabaco: se observaban tendencias a la baja desde 1996 que se interrumpieron bruscamente en 2004.

Si la encuesta de 2006 está bien hecha, o, al menos, está hecha como se hicieron las anteriores a 2002, no me extraña que el consumo de alcohol o el de tabaco haya caído bastante, no ya desde 2004, sino desde 2002, pues los datos tendían a caer algo o a mantenerse, y habrían pasado cuatro años desde la antepenúltima encuesta.

Por ejemplo, la prevalencia del consumo de tabaco en los últimos treinta días fue del 32,5% en 1996, del 31,9% en 1998, del 32,1% en 2000 y del 29,4% en 2002. El dato "raro", el de 2004, fue de 37,4%. En 2006, la cifra ha sido de 27,8%.

En el caso del alcohol, las prevalencias para cada año fueron de: 66,7% (1996), 68,1% (1998), 60,0% (2000), y 56,0% (2002). En 2004 (año "raro"), "subió" un montón, hasta el 65,6%. En 2006, lógicamente si la encuesta está "bien hecha" ha bajado a niveles esperables según la tendencia desde 1996: 58%.

Sobre las demás drogas (cannabis, cocaína...), no tengo las cosas tan claras. Si mi hipótesis es cierta y en 2004 se midieron prevalencias exageradas, tampoco me extraña que en 2006 haya caído el consumo de todas ellas, pues ya en 2004 (de nuevo, según esa hipótesis), los datos "reales" debieron de ser inferiores a los medidos con la encuesta.

Yo, desde luego, ni lanzaría las campanas al vuelo, ni me colgaría medallas, no sólo porque los datos de 2004 son dudosos, sino porque si una golondrina no hace verano, el dato de un año, desde luego, tampoco marca una tendencia.

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3.9.07

La campaña contra el consumo de alcohol en adolescentes

El Ministerio de Sanidad y Consumo ha enviado a nuestras casas un folleto dirigido a padres en el que se advierte de los riesgos del consumo de alcohol por parte de los adolescentes, llamando a esos padres a que estén alerta e informados sobre esta cuestión. No sé si será necesaria una campaña así, aunque puede que haya padres que ni estén alerta ni estén informados.

En cualquier caso, lo que me llama la atención de este folleto son dos cosas. Por una parte, para ofrecer información sobre el alcance del consumo de alcohol entre adolescentes, se usan datos de la encuesta a estudiantes de enseñanzas secundarias sobre consumo de drogas, cuya ola de 2004 resulta algo problemática. Con esa encuesta se observa un aumento brusco del consumo de alcohol entre 2002 y 2004, mientras que desde 1994 a 2002 lo que se observa es una pauta de estabilidad a la baja en el consumo.

Los autores del informe de la encuesta así lo advierten. En la página 59 señalan uno de los problemas de la encuesta (mis negritas):

La subrepresentación de los estudiantes de 18 años en la muestra. Esto se debe a que en las encuestas de 1994-2002 la recogida de información se realizó en el primer trimestre del curso académico (meses de noviembre y diciembre), con lo que una parte importante de la población que cumpliría los 18 años durante el curso se incluyó en el grupo de 17 años. Por otra parte, la encuesta de 2004 se realizó en los meses de mayo y junio, y no pudo realizarse en los estudiantes de segundo de bachillerato, ya que estaban en casa preparando los exámenes de acceso a la universidad. La variación de la distribución de la muestra por edad entre las distintas encuestas puede sesgar de forma importante la estimación de las tendencias, por lo que es recomendable controlar el efecto de esta variable.

Y, más adelante (pp. 75-76) (mis negritas):

Por lo que respecta a las tendencias del consumo de bebidas alcohólicas entre 1994 y 2004, se observa que los indicadores de prevalencia de consumo alguna vez en la vida, en los últimos 12 meses y los últimos 30 días descendieron lentamente en el período 1994-2002, y volvieron a aumentar bruscamente en 2002-2004, aunque sin llegar a alcanzar los niveles de 1994. El aumento de 2002-2004 se debió sobre todo al comportamiento del grupo 14-16 años, por lo que puede tener que ver con el cambio de fecha de realización del trabajo de campo de otoño a primavera.

Y en la misma página 76:


De hecho, centrándonos en los 30 días previos a la encuesta, la prevalencia de borracheras pasó de 20,7% en 1994 a 24,4% en 2002 y 34,8% en 2004, y la prevalencia de consumo de riesgo de 8,6% en 1996 a 8,7% en 2002 y 12,3% en 2004. No es fácil de explicar ni es habitual un aumento tan brusco, por lo que habrá que esperar a ver si se consolida. En este sentido, el cambio del período en que se realizó el trabajo de campo (otoño en 1994-2002 y primavera en 2004) podría contribuir a explicar las diferencias.


Es decir, en la práctica, no podemos decir casi nada en cuanto a la evolución de los datos entre 2002 y 2004, pues las muestras no son comparables. Sin embargo, el Ministerio no duda en utilizar esta afirmación:

Entre los menores es cada vez más frecuente emborracharse todos los fines de semana.
Afirmación que tiene dos problemas. El primero, que en la encuesta a la que se refiere el Ministerio no se pregunta por borracheras todos los fines de semana, sino si el encuestado se ha emborrachado alguna vez en el último mes, que no es lo mismo. El segundo, quizá más serio, es que el dato de 2004 es el único que permite sostener que aumentan claramente las borracheras, pero hemos visto que es un dato dudoso y no comparable con los anteriores. Habrá que esperar a la próxima encuesta escolar sobre uso de drogas, aunque, como tenga tantos problemas metodológicos como la de 2004, a lo mejor nos quedamos sin aclararnos.

La otra cosa que me ha llamado la atención tiene una dimensión, digámoslo así, antropológica o psicológica. Después de contarnos en el folleto los daños que provoca el consumo de alcohol, especialmente en la adolescencia, la conclusión del Ministerio es:

Entre los adolescentes, no se puede hablar de consumo responsable. A estas edades, la única conducta responsable es no beber alcohol.

A ver, vamos a cambiar un poco el contenido de la frase a ver cómo suena:

Entre los adolescentes, no se puede hablar de sexo responsable. A estas edades, la única conducta responsable es no tener relaciones sexuales plenas.

Suena raro, ¿verdad? Pero podría hacerse un argumento parecido al que hacen nuestras autoridades sanitarias respecto del alcohol. ¿O es que los adolescentes pueden ser responsables en unas cosas y no en otras? ¿Esperamos de ellos que sepan usar el preservativo a su debido momento, y por eso insistimos con campañas al respecto, pero no nos sentimos capaces de educarlos para que el consumo de alcohol sea moderado? ¿O es que siempre los adolescentes, los que lo hacen, se han puesto hasta arriba de calimocho y minis de cerveza cada fin de semana como ahora? Por cierto, hay que recordar que una parte de los encuestados tienen 18 años, de manera que, por mucho argumento sobre la adolescencia que queramos hacer, a todos los efectos son mayores de edad.

Quizá piensen que cualquier consumo de alcohol a esas edades es dañino, pero no creo que haya evidencia científica sólida al respecto. De hecho, aunque aducen parte de esa evidencia científica, me da la impresión de que les falta considerar con más atención un elemento: la relación del daño producido con la dosis del "veneno" (1). Pero, claro, si hablamos con detenimiento de dosis, entonces, cabe la posibilidad de que consumos moderados no sean dañinos y, además, quizá nos enteremos de que el riesgo extra por consumir determinadas dosis de alcohol tampoco es tan grande. Mejor hurtar estas informaciones a los padres, no vaya a ser que empiecen a pensar y a tomar decisiones por su cuenta.

Es cierto que en niños y adolescentes no cabe esperar los mismos niveles de responsabilidad que en los adultos--bueno, tampoco en todos los adultos cabe esperar los mismos niveles, pero hacemos como que sí. Pero de ahí a pensar que su capacidad de responsabilidad en el consumo de alcohol es cero va un trecho muy largo. ¿O no? Por otro lado, da la impresión de que esa responsabilidad se adquiere, de golpe, a los dieciocho años, como si los chicos maduraran de golpe. ¿No será más lógico imaginar un proceso paulatino de maduración, también en el uso responsable de este producto? ¿No nos convendrá reflexionar sobre las condiciones sociales en las que es más probable que se produzca esa maduración y ese consumo responsable? ¿O es que es mejor tomar las condiciones actuales como dadas? No hablo de embarcarnos en un programa de ingeniería social, sino de entender los fenómenos, por si de ese entendimiento surgen políticas públicas más sensatas. Vamos, creo yo.



________
(1) El único caso en que sugieren la importancia de la dosis es éste: "El consumo de bebidas alcohólicas perjudica el desarrollo cerebral de los adolescentes y puede ocasionarles problemas de memoria y aprendizaje. Estos problemas están provocados directamente por el alcohol que contienen todas las bebidas alcohólicas y pueden presentarse sobre todo cuando se consume de forma intensa".

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19.8.07

El estatismo de los españoles

Sí, ya sé que las encuestas sólo son un instrumento poco preciso para conocer la realidad social, y que hay que poner las respuestas de los encuestados en contexto, y analizarlas a la luz de sus comportamientos y de otras respuestas, etc., etc. Todo eso lo sé, y suelo ser de los que intenta mostrar distancia respecto de esas encuestas y señalar las ambigüedades del público que responde, y los matices de sus opiniones, etc., etc. Sin embargo, con respuestas sobre el papel del estado en la economía y la vida social como las recogidas en el siguiente cuadro, extraidas del estudio del CIS, "Los ciudadanos y el estado", me quedo tan a cuadros que todo lo de los matices y las ambigüedades se me viene abajo.

En términos generales, ¿considera Ud. que debería, o no debería ser responsabilidad del Gobierno...?

Sí, sin ninguna duda Probablemente debería Probablemente no debería No debería de ninguna manera Ns/nc
Crear un puesto de trabajo para todo aquel que lo demanda 41,7 38,3 11,6 5,8 2,4
Controlar los precios 53,6 34,6 5,8 2,9 3
Ofrecer asistencia sanitaria para todos 75 21,5 1,6 0,6 1,3
Asegurar pensiones dignas para los ancianos 78,1 20,5 0,4 0,1 0,8
Prestar a la industria el apoyo que necesite para su desarrollo 44,1 45,1 5,2 1,2 4,2
Asegurar un subsidio digno a los parados 48 41,5 5,6 1,4 3,5
Reducir las diferencias de ingresos entre ricos y pobres 48,2 34,5 8,3 4,7 4,3
Ofrecer becas a los estudiantes universitarios procedentes de familias con pocos ingresos 69 27,3 1,4 0,5 1,9
Facilitar una vivienda digna a las familias con pocos ingresos 60,1 33,7 3,4 0,7 2,1
Imponer regulaciones estrictas para que la industria cause menos daño al medio ambiente 60,1 33,4 2,3 0,6 3,7
N=2.517.





Las mayorías a favor de la intervención estatal son abrumadoras, como era de esperar, pero me llama especialmente la atención la primera, con un 42% que cree, sin ninguna duda (¿ninguna?), que el gobierno debería crear (¿ex nihilo?) un puesto de trabajo para todo aquél que lo demanda; a lo que hay que añadir el 38% que cree que el gobierno probablemente debería hacerlo.

Pasmado me deja también la mayoría partidaria de que el estado controle los precios, una mayoría todavía más amplia que la partidaria de que cree puestos de trabajo para todos. Así, no es de extrañar que una de esas asociaciones de consumidores que corren por ahí haya exigido al gobierno congelar los precios de los servicios básicos (y a la CEOE, ja, ja, los de los productos y servicios liberalizados). Con un par, sí señor.

Claro que puestos a ser estatistas, vean este cuadro.


Ahora le voy a mencionar diversos capítulos de gasto público. Dígame, por favor, si a Usted le gustaría que se gastara más o menos en cada uno de ellos. Tenga en cuenta que para poder gastar mucho más podría ser necesario aumentar los impuestos.
Gastar mucho más Gastar más Gastar lo mismo que ahora Gastar menos Gastar mucho menos Ns/nc
La protección del medio ambiente 16,2 50,8 20,7 4,4 0,5 7,4
Sanidad 33,3 52,2 11,8 0,7 0,2 1,9
Seguridad ciudadana 24,5 52,2 17,8 1,9 0,4 3,1
Educación 32,1 52 12 0,6 0,2 3
Fuerzas Armadas y Defensa 3,3 14,4 34,6 27,5 12,5 7,6
Pensiones 26,8 53,3 15,9 1 0,1 2,9
Seguro de desempleo 11,6 43,9 31,2 5,7 1 6,6
Arte y cultura 8,3 35,6 38,6 8,5 1,5 7,6
N=2.517.






Hay que reconocer que, sin que sirva de precedente, el que ha redactado la pregunta ha intentado recordar al entrevistado que, puestos a aumentar el gasto público, "podría ser necesario aumentar los impuestos". No es que sea una formulación muy estricta, pero menos da una piedra. A pesar de ello, los encuestados, inmediatamente, se lanzan a una orgía del gasto que da gusto. En todo lo que les proponen menos, claro, en "fuerzas armadas y defensa", que las armas las carga el diablo y los conflictos se pueden resolver por medios pacíficos y con diálogo, mucho diálogo.

Obviamente, si hay que gastar más o mucho más en todo o casi todo y sólo menos en una cosa, el recorte en ésta no va a dar de sí para financiar los gastos extra. A lo mejor creen los encuestados que basta con subirles los impuestos a esos insolidarios de la clase alta. No a nosotros, pobrecitos de la clase media, que ya pagamos unos impuestos altísimos.


En términos generales, ¿cómo calificaría Ud. los impuestos en España actualmente? Nos referimos a todos los impuestos, incluidos el impuesto sobre la renta (IRPF), el IVA, retenciones salariales, etc. a.- Por lo que respecta, en primer lugar, a las personas con ingresos altos, ¿considera Vd. que sus impuestos son...? b.- Y para las personas con ingresos medios, ¿sus impuestos son...? c.- Por último, pensando en las personas con ingresos bajos, ¿sus impuestos son...?
Personas con ingresos altos Personas con ingresos medios Personas con ingresos bajos
Altísimos 4,1 13 35,7
Demasiado altos 12,9 47,5 39,1
Más o menos razonables 27,9 30,4 16
Demasiado bajos 31,4 1,3 1
Bajísimos 8 0,2 0,6
No puede elegir 9,9 4,8 4,4
N.C. 5,8 2,8 3,1
N=2.517.



Obviamente, en la encuesta hay algún matiz y alguna ambigüedad, pero hoy no estoy por la labor de señalarlos. Le toca a usted, lector, y así podrá enterarse de otros hallazgos interesantes de la encuesta.

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8.5.07

A vueltas con el carné por puntos, I (gráficos curiosos LI)

La última intervención pública de Pere Navarro, el mandamás de la DGT, argumenta que los efectos del carné por puntos son mayores cuando se habla de él que cuando no se habla. Al menos, esto es lo que yo he entendido al leer este artículo de La Vanguardia (a pesar de unos cuantos errores y problemas de redacción). Aparentemente, sólo cuando existe debate social sobre el sistema de los puntos se consigue una reducción sustancial del número de fallecidos. Es interesante, aunque lo primero que se me ocurre, en plan irónico, más bien, es que, entonces, no nos haría falta el carné por puntos, sino, simplemente, estar hablando todo el rato de él. Más allá de esa ocurrencia, quizá Navarro tenga algo de razón esta vez. La discusión sobre un problema puede hacernos más conscientes de nuestra posible contribución a su solución y modular, quizá inconscientemente, nuestros comportamientos de manera acorde con esa solución.

¿Hay alguna evidencia sobre todo esto? En el artículo de La Vanguardia se dice que en 2007, en los meses en que más se ha hablado del carné por puntos ha caído más el número de fallecidos que en los meses en que casi no se ha hecho mención del tema. Puestos a echarle una mano a Navarro en su argumentación, será mejor fijarse en más meses, por ejemplo, desde enero de 2006. Lo que he hecho ha sido contar las apariciones de la frase "carné por puntos" en el diario El País, como indicador grueso de presencia de esta cuestión en la discusión pública, y relacionar esas cifras con la variación porcentual de los fallecidos en accidentes en cada mes (en comparación con igual mes del año anterior) (1). Sale un gráfico así de bonito, y de Navarresco, deberíamos decir.



Como se observa, a medida que aumenta el número de menciones, desciende más el número de accidentes. La relación es significativa y tiene cierta fuerza (r2=0,43). ¡A ver si Navarro va a tener razón!

Obviamente, una mera correlación no prueba nada. Incluso, en el caso de que existiese una relación de causalidad entre las dos variables ("debate social" / fallecidos), nada nos asegura que la dirección sea del tipo "debate social" --> fallecidos.

Sigo pensando, de todos modos, que no podemos evaluar una política pública con tan pocos datos. Esta anotación no deja de ser un juego y como tal hay que tomarla. En cualquier caso, mis dudas principales sobre la relación entre "carné por puntos" y fallecidos en accidentes de tráfico tienen que ver con que no está claro que la disminución de fallecidos habida en el segundo semestre de 2006 sea excepcional. Pero eso lo veremos, con suerte, mañana.


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(1) Para evitar "efectos de calendario", sobre todo, el que la Semana Santa cae en distintos meses según los años, he utilizado como indicador para cada mes la media de la suma de los datos de ese mes y los dos anteriores, tanto para las noticias como para los accidentes. Los fallecidos son en carretera y contados a las 24 horas del accidente.

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