WonkaPistas

1.5.10

Otro espejismo del último boom económico español

La crisis económica que vivimos nos ha recordado que, probablemente, hemos vivido unos cuantos años por encima de nuestras posibilidades, a base de endeudarnos gracias a unos tipos de interés muy bajos. Hay que reconocer que este espejismo ha sido duradero, pero al final donde parecía haber agua sólo había arena, y muy seca. Otro espejismo paralelo fue el de la gran reducción de la tasa de paro. Aunque una parte de la caída se debió al cambio de criterio para contabilizar los parados que tuvo lugar en 2001, hay que reconocer que pasar de niveles que rondaron, casi, el 20% unos cuantos lustros, a niveles próximos al 9/11% entre 2001 y 2007 fue algo notable. Como sabemos, el espejismo se reveló como tal en un par de años y hoy, de nuevo, estamos en niveles del 20%.

La caída de la tasa de paro, tan acusada, provocó, a su vez, varios espejismos más. Uno, el que tampoco hacía falta cambiar mucho en la regulación de nuestro mercado laboral. A fin de cuentas, el empleo había crecido como nunca y la tasa de paro estaba en mínimos de varias décadas.

Los estudios (casi) no cuentan: variante masculina

Uno más: cayó tanto la tasa de paro que cayó mucho para todo el mundo, independientemente de sus cualificaciones. Es decir, hubo un momento en que la tasa de paro de los más educados y la de los menos educados se diferenciaron muy, muy poco. Esto ocurrió especialmente en el caso de los varones. Véanlo en el gráfico siguiente (hagan click en él para ampliarlo).



Como pueden comprobar, entre 2001 y 2007, la diferencia en puntos porcentuales entre la tasa de paro de los menos educados formalmente (aquellos con un nivel máximo de primaria o de primera etapa de secundaria, hoy ESO) y los más educados (estudios superiores) rondó los 3 ó 4 puntos. En los últimos treinta años no se habían dado diferencias tan reducidas.

No es de extrañar que, ante este panorama, muchos adolescentes y jóvenes varones se subieran a la ola del empleo fácil, dedicando menos atención a unos estudios que, a corto plazo, escasamente aseguraban una tasa de paro inferior, y optando más por ingresar directamente, sin cualificaciones, en un mercado de trabajo tan "prometedor". En la construcción y los sectores más dependientes del boom inmobiliario, quiero decir, en los que la falta de cualificaciones dejó de ser un obstáculo, aparentemente.

En el gráfico siguiente puede verse que la opción por abandonar los estudios empezó a ser clara hacia 1996, más o menos cuando comenzó el ciclo alcista. Se observa cómo la caída de tres décadas en la tasa de actividad de los varones de 16 a 19 años se interrumpe bruscamente, tornándose en una subida suave. La caída anterior implicaba que los chicos de esas edades estaban cada vez más inactivos, es decir, se dedicaban cada vez más a estudiar.


También puede observarse cómo desde 1976 las chicas tenían una tasa de actividad inferior a la de los chicos (es decir, estudiaban más) y cómo la caída en su tasa de actividad se interrumpe algo más tarde, dando lugar a un estancamiento. Los datos de 2005 en adelante no son estrictamente comparables. (El cambio brusco entre 1986 y 1987 también ha de deberse a una ruptura de la serie.)

Los estudios (casi) no cuentan: variante femenina

La tasa de actividad de las jóvenes de 20 a 24 también ha sido inferior a la de los varones de esas edades, en buena medida, de nuevo, porque el porcentaje de estudiantes entre ellas era superior. Quizá las chicas (y las jóvenes) no se han enfrentado al mismo espejismo que los chicos. En el gráfico siguiente se ve que no era exactamente el mismo.



Cuando la tasa de paro femenino alcanzó sus mínimos recientes, la diferencia entre la tasa de las mujeres más educadas formalmente y la de las menos educadas rondó los 8 ó 10 puntos, un hiato claramente más amplio que en el caso de los varones (3 ó 4 puntos).

Arena, y no agua

Vuelvan la vista al primer gráfico y reparen en lo que ha ocurrido en los dos últimos años. Las líneas de la tasa de paro por nivel de estudios, tan apretaditas ellas, se han separado mucho y de manera súbita, poniendo a cada cual en su sitio. Ya no son tantos, pero la tasa de paro de los varones con educación primaria se ha disparado desde el 8 al 30%, mientras que la de los que tienen estudios superiores tan sólo, es un decir, se ha remontado desde el 4 al 10,8%. El diferencial ha saltado a los 19 puntos, nunca visto en toda la serie. Debajo del espejismo sólo había arena, de la que usan los albañiles para la mezcla.

En el caso de las mujeres (tercer gráfico), la divergencia actual no es tan acusada, aunque el diferencial entre las tasas de paro las mujeres con estudios primarios y las universitarias también ha crecido, hasta unos 16 puntos. Para ellas el espejismo de "los estudios no importan tanto, a fin de cuentas" fue menos nítido, pero también han descubierto que debajo del reflejo sólo había arena. No de mezcla, en este caso.

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6.1.10

Ni-nis españoles en 2009

Ayer, engordando unos centenares de gramos más con un roscón y un chocolate compartido con unos vecinos (acumulando capital social, quiero decir), comentábamos la situación de un supuesto nuevo tipo de joven, el que no trabaja ni estudia, ni se esfuerza por buscar trabajo. Vive con sus padres, que le mantienen y le pagan algunos o muchos lujos, pero no se esfuerza por labrarse un futuro, bien formándose, bien adquiriendo experiencia laboral. Al parecer, les llaman "ni-nis" (ni estudian ni trabajan), y, también al parecer, sería un fenómeno preocupante, creciente y bastante extendido.

Sí que es preocupante. No parece que le beneficie mucho a un país contar con mucha gente así, con ¿parásitos? voluntarios o involuntarios. ¿Es creciente? Ni idea. ¿Está bastante extendido? Esta última pregunta podemos intentar responderla con los datos disponibles, esto es, los de los ficheros de microdatos de la Encuesta de Población Activa (que pueden descargar aquí).

En el cuadro siguiente recojo varias categorías de jóvenes de 16 a 34 años que podríamos considerar "ni-nis".

Por lo pronto, no incluyo a los que en la encuesta son considerados "persona de referencia" o "cónyuge de la persona de referencia", esto es, a los que, en principio, son los que encabezan los hogares. Así pues, me fijo casi exclusivamente en los "hijos de la persona de referencia", aunque, por mor de lo completo, incluyo otras categorías de jóvenes dependientes (como "pareja o cónyuge del hijo de la persona de referencia"), muy minoritarias.

Tampoco incluyo a los parados que ya han trabajado. Puede que ahora estén parados (no trabajen) y no estudien, pero ya han mostrado en la práctica su disposición a trabajar, y puede que estén en el paro coyunturalmente, a pesar de sus esfuerzos para encontrar trabajo.

Entonces, desde el punto de vista del empleo, nos quedarían como posibles integrantes del grupo de los "ni-nis" los inactivos y los parados sin empleo anterior. Los inactivos son los que no están ocupados ni buscan trabajo (es decir, ni siquiera se clasifican como parados). Los parados sin empleo anterior son los que nunca han trabajado pero están buscando trabajo.

Desde el punto de vista de los estudios, habría que tener en cuenta a los que no cursan estudios reglados y/o no cursan estudios no reglados. Como muchas veces pensamos que "estudiar" es cursar estudios reglados, también incluyo a los que sólo siguen una formación no reglada.

En el cuadro se ofrecen distintas combinaciones de dichas categorías (hagan click en él para ampliarlo, pues, si no, no verán nada).





En puridad, los "ni-nis" serían los inactivos que no cursan estudios reglados ni siguen una formación no reglada. Esos serían unos 370.000 ó 380.000 jóvenes de 16 a 34 años en la primera mitad del año (un 3% del total), aunque subirían a unos 620.000 en el tercer trimestre de 2009 (5%).
Yo creo que el dato del tercer trimestre no es bueno, porque la encuesta cubre los meses de julio, agosto y septiembre, en los cuales hay muchos estudiantes que han acabado (o abandonado) sus estudios, pero todavía no están iniciando unos nuevos estudios o buscando trabajo, algo que suelen hacer, más bien en septiembre u octubre. Por eso, a partir de ahora no utilizaré las cifras del tercer trimestre.

Si añadimos los inactivos que sólo siguen una formación no reglada, la cifra de "ni-nis" ascendería a unos 550.000 (4,5%).

Si añadimos los parados sin empleo anterior que no estudian, la cifra subiría a unos 680.000 (5,6%).

Si añadimos los parados sin empleo anterior que sólo siguen una formación no reglada, la cifra subiría a unos 710.000 (6%).

En el cuadro tienen otras combinaciones. Elijan la que más les guste. O, si tienen ganas, propongan una estimación distinta :-)

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14.1.08

Actitudes de los jóvenes españoles ante el aborto

En el ABC de hoy se da un loable intento de ofrecernos las cifras de la opinión de los jóvenes españoles ante el aborto, pero se hacen un pequeño lío, creyendo que la encuesta pertinente se hace dos años sí y uno no, y pensando que no hay datos para 2007 (1). No es que cambie mucho lo que cuenta el artículo, pero la serie de datos completa es la siguiente.


España (2001-2007). Opiniones de los jóvenes (15-29 años) sobre el aborto

2001 (*)
2002 2003 2005 2006 2007
Debe decidir únicamente la mujer interesada 61,2 56,0 63,9 61,5 57,8 59,8
La sociedad debe poner ciertos límites 21,1 18,4 19,1 20,4 18,3 19,2
Estoy en contra del aborto en todos los casos 14,5 17,9 11,2 12,7 17,1 17,4
Ns/nc 3,2 7,7 5,8 5,4 6,8 3,6
N 1.506 1.490 1.457 1.433 1.448 1.462
(*) Encuesta telefónica.
Fuente: elaboración propia con datos del Injuve (disponibles en su página web).


Como siempre les digo, sin una serie larga, es difícil establecer mínimamente las tendencias, aunque los datos desde 2001 a 2007 sugieren una relativa estabilidad de la opinión, con oscilaciones, en la que predomina la opinión de dejar decidir libremente a las mujeres sobre este asunto.





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(1) No los han encontrado porque sólo han mirado en la página del CIS. Los datos más recientes están en la del Injuve.

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21.9.07

De la "masiva" implicación de los jóvenes en el florecimiento de las ONGs (va a ser que no...)

Hace un par de días se ha publicado el estudio Bienestar y felicidad de la juventud española, del Instituto de la Juventud. Es una más de las abundantes publicaciones de dicho instituto, en esta ocasión centrada en el análisis de qué signifique "felicidad" para los jóvenes. Tan sólo le he echado un vistazo por encima, y no me ha llamado especialmente la atención.

Lo que sí me la ha llamado son unas declaraciones de su autor, recogidas en La Vanguardia:

Javaloy apunta que los jóvenes ven complementarias ambas concepciones, el hedonismo con el concepto de Aristóteles de felicidad ligada a lo más elevado del ser. Esta creencia de los jóvenes de que ser feliz es también desarrollarse como persona, dice el psicólogo, rompe con el pasotismo y explica el florecimiento desde los años noventa de las ONG por la masiva implicación de jóvenes.

No entro a discutir cómo mide el hedonismo ni, sobre todo, cómo mide la "felicidad ligada a lo más elevado del ser", aunque creo que habría mucho que hablar sobre ello. Lo que me molesta sobremanera de sus afirmaciones (suponiendo que sean suyas y no la interpretación que ha hecho el periodista de ellas) es lo del "florecimiento desde los años noventa de las ONG por la masiva implicación de los jóvenes".

¿Está seguro Javaloy (o el periodista) de estar refiriéndose a España? Yo juraría que no.

Por lo pronto, hay que recordar que la participación de los jóvenes españoles en cualquier tipo de asociación voluntaria (no sólo ONGs) es, como en el caso de sus mayores, de las más bajas de Europa, tal como puede comprobarse, por ejemplo, en los datos de un Eurobarómetro especial de 2001, el más reciente centrado en la vida de los jóvenes europeos. De los países de la Europa de los 15, España se situaba en 12º lugar por tasa de pertenencia, con 35,5% de los jóvenes.

Y no parece que la inclinación a participar en asociaciones voluntarias haya mejorado mucho en los últimos veinte años, como puede comprobarse en el siguiente cuadro.

Jóvenes españoles (1984-2007). Pertenencia a asociaciones voluntarias


Edad
Pertenecen a alguna asociación Asociación benéfica o asistencial Derechos humanos Protección medio ambiente, defensa naturaleza Fuente
1984
15-24
41,0







1988
15-24
33,9






Injuve
1991
15-29
35,7






Injuve
1992
15-29
34,0






Injuve
1995
15-29
36,0






Injuve
1997
15-24
37,7
3,3
1,0
3,0
Eurobar.
1999
15-29
37,4






Injuve
2001
15-24
35,5
5,4
2,7
3,6
Eurobar.
2002
15-29
38,0
4,5
1,4
2,5
CIS
2005
15-29
37,0
3,4
2,0
2,2
CIS
2007
15-29
--
3,1
1,3
1,4
Injuve
Fuente: elaboración propia con datos del Instituto de la Juventud, CIS y Eurobarómetro.

Desde hace quince o dieciséis años, la pertenencia a asociaciones de todo tipo, desde deportivas a pacifistas, pasando por benéficas o asistenciales, prácticamente no se ha movido de una cifra en torno al 36/37%. Y me temo que tampoco lo ha hecho la pertenencia a ONGs.

En el mismo cuadro, he aislado los tres tipos de asociaciones que más fácilmente podemos identificar con el término "ONG", tal como se usa habitualmente: las asociaciones asistenciales o benéficas, las de defensa de derechos humanos (aquí y fuera de España) y las de protección del medio ambiente. Como puede verse, no hay, en absoluto, una masiva implicación de los jóvenes en ese tipo de asociaciones. Más bien, es una implicación mínima. Y no parece que esté aumentando; si acaso, lo contrario.

De hecho, es más que probable que la implicación de los jóvenes en ese tipo de organizaciones sea, incluso, inferior a la de personas de mayor edad. Como muestra, un botón, extraído del Barómetro de abril de 2007, del CIS, referido a la pertenencia a organizaciones de apoyo social o derechos humanos (ONGs, vamos).

España, 2007. Pertenencia y participación en organizaciones de apoyo social o derechos humanos, por edades
Edad

Pertenece y participa activamente Pertenece, pero no participa activamente Antes pertenecía, pero ahora no Nunca ha pertenecido a ninguno de esos grupos
18 a 24

2.3 1.2 2.3 93.4
25 a 34

4.5 3.1 3.7 88.4
35 a 44

5.8 3.9 3.5 86.3
45 a 54

6.2 4.9 4.0 84.6
55 a 64

3.9 3.3 3.0 88.6
>64

2.6 2.0 2.0 92.1
Total

4.3 3.1 3.1 88.7
Fuente: CIS, barómetro de abril de 2007.

Estos datos sugieren que la tasa de pertenencia a este tipo de asociaciones es inferior en el tramo de edad más joven que en los de edades superiores, quizá con la excepción de las personas de más edad (65 años o más).

En fin, como dicen los anglos, so much for el florecimiento y la masiva implicación de los jóvenes. Quizá otro día me ocupe de lo del "florecimiento" de las ONGs desde los años noventa, que también tiene miga.

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6.9.07

Jóvenes emancipados (1996-2006)

Una de las cuestiones más habituales en la discusión actual sobre la vivienda en España es cómo el encarecimiento de los precios dificulta la emancipación de nuestros jóvenes. Desde luego, ese razonamiento es cierto, pues con precios inferiores cabría imaginar tasas de emancipación mayor. Pero eso no quiere decir que el alza de los precios de la vivienda en los últimos lustros haya producido, necesariamente, una caída en las tasas de emancipación de los jóvenes, pues intervienen muchos otros factores además del precio de la vivienda.

¿Tenemos algún dato al respecto? Hace año y pico publiqué unas tasas, por sexos, calculadas a partir de la Encuesta de Población Activa. Esas tasas sugerían un aumento reciente de la emancipación de los de 30 a 34 años, aunque había una discontinuidad en la serie a la altura de 2005 que obligaba a interpretar cautelosamente los datos.

Hoy me he molestado en recopilar los datos de las encuestas del CIS a población joven (15 a 29 años) desde 1996 a 2006 (1). Con formulaciones algo distintas de las preguntas sobre la situación de convivencia, permiten observar, siquiera grosso modo, la evolución en los últimos diez años. Éstos son los datos.


España, 1996-2006. Situación de convivencia de los jóvenes de 15 a 29 años

Con los padres Hogar propio Compartido
1996 (1) 79,6 18
1997a 78,4 17,6
1997b 79,2 18,1
1998 80,1 15,4
1999 75,9 17,7
2001 76,3 18,1
2002 (2) 73,6 19,9 5,6
2003 75,2 17,7 7
2004 72,1 20,2 7,6
2005 69,3 24,4 6
2006 67,9 24,4 7,5
(1) Sin municipios de menos de 2.000 habitantes.
(2) A partir de aquí la serie es homogénea: 2ª oleada anual del Sondeo sobre la juventud.
Fuente: elaboración propia con datos del CIS.

Con las cautelas correspondientes (distinta redacción de la pregunta, márgenes de error, y demás), los datos sugieren que en la actualidad, el porcentaje de jóvenes de 15 a 29 años que viven con sus padres es inferior al de mediados de los años noventa, y, probablemente, también lo es con respecto a comienzos de siglo. Por contra, el porcentaje de los que tienen un hogar propio parece mayor.

_______
(1) No he conseguido elaborar una serie tan larga a partir de un tramo de edad superior, digamos, los 25 a 29 años. Pero baste el de 15 a 29 como aproximación gruesa.

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3.9.07

La campaña contra el consumo de alcohol en adolescentes

El Ministerio de Sanidad y Consumo ha enviado a nuestras casas un folleto dirigido a padres en el que se advierte de los riesgos del consumo de alcohol por parte de los adolescentes, llamando a esos padres a que estén alerta e informados sobre esta cuestión. No sé si será necesaria una campaña así, aunque puede que haya padres que ni estén alerta ni estén informados.

En cualquier caso, lo que me llama la atención de este folleto son dos cosas. Por una parte, para ofrecer información sobre el alcance del consumo de alcohol entre adolescentes, se usan datos de la encuesta a estudiantes de enseñanzas secundarias sobre consumo de drogas, cuya ola de 2004 resulta algo problemática. Con esa encuesta se observa un aumento brusco del consumo de alcohol entre 2002 y 2004, mientras que desde 1994 a 2002 lo que se observa es una pauta de estabilidad a la baja en el consumo.

Los autores del informe de la encuesta así lo advierten. En la página 59 señalan uno de los problemas de la encuesta (mis negritas):

La subrepresentación de los estudiantes de 18 años en la muestra. Esto se debe a que en las encuestas de 1994-2002 la recogida de información se realizó en el primer trimestre del curso académico (meses de noviembre y diciembre), con lo que una parte importante de la población que cumpliría los 18 años durante el curso se incluyó en el grupo de 17 años. Por otra parte, la encuesta de 2004 se realizó en los meses de mayo y junio, y no pudo realizarse en los estudiantes de segundo de bachillerato, ya que estaban en casa preparando los exámenes de acceso a la universidad. La variación de la distribución de la muestra por edad entre las distintas encuestas puede sesgar de forma importante la estimación de las tendencias, por lo que es recomendable controlar el efecto de esta variable.

Y, más adelante (pp. 75-76) (mis negritas):

Por lo que respecta a las tendencias del consumo de bebidas alcohólicas entre 1994 y 2004, se observa que los indicadores de prevalencia de consumo alguna vez en la vida, en los últimos 12 meses y los últimos 30 días descendieron lentamente en el período 1994-2002, y volvieron a aumentar bruscamente en 2002-2004, aunque sin llegar a alcanzar los niveles de 1994. El aumento de 2002-2004 se debió sobre todo al comportamiento del grupo 14-16 años, por lo que puede tener que ver con el cambio de fecha de realización del trabajo de campo de otoño a primavera.

Y en la misma página 76:


De hecho, centrándonos en los 30 días previos a la encuesta, la prevalencia de borracheras pasó de 20,7% en 1994 a 24,4% en 2002 y 34,8% en 2004, y la prevalencia de consumo de riesgo de 8,6% en 1996 a 8,7% en 2002 y 12,3% en 2004. No es fácil de explicar ni es habitual un aumento tan brusco, por lo que habrá que esperar a ver si se consolida. En este sentido, el cambio del período en que se realizó el trabajo de campo (otoño en 1994-2002 y primavera en 2004) podría contribuir a explicar las diferencias.


Es decir, en la práctica, no podemos decir casi nada en cuanto a la evolución de los datos entre 2002 y 2004, pues las muestras no son comparables. Sin embargo, el Ministerio no duda en utilizar esta afirmación:

Entre los menores es cada vez más frecuente emborracharse todos los fines de semana.
Afirmación que tiene dos problemas. El primero, que en la encuesta a la que se refiere el Ministerio no se pregunta por borracheras todos los fines de semana, sino si el encuestado se ha emborrachado alguna vez en el último mes, que no es lo mismo. El segundo, quizá más serio, es que el dato de 2004 es el único que permite sostener que aumentan claramente las borracheras, pero hemos visto que es un dato dudoso y no comparable con los anteriores. Habrá que esperar a la próxima encuesta escolar sobre uso de drogas, aunque, como tenga tantos problemas metodológicos como la de 2004, a lo mejor nos quedamos sin aclararnos.

La otra cosa que me ha llamado la atención tiene una dimensión, digámoslo así, antropológica o psicológica. Después de contarnos en el folleto los daños que provoca el consumo de alcohol, especialmente en la adolescencia, la conclusión del Ministerio es:

Entre los adolescentes, no se puede hablar de consumo responsable. A estas edades, la única conducta responsable es no beber alcohol.

A ver, vamos a cambiar un poco el contenido de la frase a ver cómo suena:

Entre los adolescentes, no se puede hablar de sexo responsable. A estas edades, la única conducta responsable es no tener relaciones sexuales plenas.

Suena raro, ¿verdad? Pero podría hacerse un argumento parecido al que hacen nuestras autoridades sanitarias respecto del alcohol. ¿O es que los adolescentes pueden ser responsables en unas cosas y no en otras? ¿Esperamos de ellos que sepan usar el preservativo a su debido momento, y por eso insistimos con campañas al respecto, pero no nos sentimos capaces de educarlos para que el consumo de alcohol sea moderado? ¿O es que siempre los adolescentes, los que lo hacen, se han puesto hasta arriba de calimocho y minis de cerveza cada fin de semana como ahora? Por cierto, hay que recordar que una parte de los encuestados tienen 18 años, de manera que, por mucho argumento sobre la adolescencia que queramos hacer, a todos los efectos son mayores de edad.

Quizá piensen que cualquier consumo de alcohol a esas edades es dañino, pero no creo que haya evidencia científica sólida al respecto. De hecho, aunque aducen parte de esa evidencia científica, me da la impresión de que les falta considerar con más atención un elemento: la relación del daño producido con la dosis del "veneno" (1). Pero, claro, si hablamos con detenimiento de dosis, entonces, cabe la posibilidad de que consumos moderados no sean dañinos y, además, quizá nos enteremos de que el riesgo extra por consumir determinadas dosis de alcohol tampoco es tan grande. Mejor hurtar estas informaciones a los padres, no vaya a ser que empiecen a pensar y a tomar decisiones por su cuenta.

Es cierto que en niños y adolescentes no cabe esperar los mismos niveles de responsabilidad que en los adultos--bueno, tampoco en todos los adultos cabe esperar los mismos niveles, pero hacemos como que sí. Pero de ahí a pensar que su capacidad de responsabilidad en el consumo de alcohol es cero va un trecho muy largo. ¿O no? Por otro lado, da la impresión de que esa responsabilidad se adquiere, de golpe, a los dieciocho años, como si los chicos maduraran de golpe. ¿No será más lógico imaginar un proceso paulatino de maduración, también en el uso responsable de este producto? ¿No nos convendrá reflexionar sobre las condiciones sociales en las que es más probable que se produzca esa maduración y ese consumo responsable? ¿O es que es mejor tomar las condiciones actuales como dadas? No hablo de embarcarnos en un programa de ingeniería social, sino de entender los fenómenos, por si de ese entendimiento surgen políticas públicas más sensatas. Vamos, creo yo.



________
(1) El único caso en que sugieren la importancia de la dosis es éste: "El consumo de bebidas alcohólicas perjudica el desarrollo cerebral de los adolescentes y puede ocasionarles problemas de memoria y aprendizaje. Estos problemas están provocados directamente por el alcohol que contienen todas las bebidas alcohólicas y pueden presentarse sobre todo cuando se consume de forma intensa".

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30.5.07

¿De dónde proceden las marcas más famosas?

El otro día en clase, en una conversación sobre investigación y desarrollo, hice una pequeña prueba para ver si mis alumnos sabían de qué país era la empresa Nokia. Se trata de alumnos de quinto curso, no de primero. De los que estaban en clase, ninguno supo decir que era de Finlandia. Los que se atrevieron a sugerir un origen lo situaron, más bien, en Asia. Acabo de encontrarme con una prueba similar, hecha de manera sistemática, en este caso a una muestra de estudiantes universitarios estadounidenses. Se les preguntó por marcas de multinacionales fabricantes de teléfonos móviles, de otros gadgets electrónicos, de coches y otros productos.

Tampoco ellos saben el país de origen de Nokia, ni el de Adidas, ni, vergüenza, vergüenza, el de Motorola (EEUU). Y eso, supongo, que tuvieron que elegirlo de una lista. Aquí están los porcentajes de respuestas acertadas.


Quizá sean muy jóvenes para saber que Lexus es la marca de coches "de lujo", por así decirlo, de Toyota y, por tanto, su sede está en Japón, y tampoco tienen por qué saber de dónde es Lego: jugaron con sus construcciones, pero eran muy pequeños para preguntarse por el país de origen. Pero es curioso que casi ninguno sea capaz de situar a Nokia o a Adidas, dos marcas, en buena medida, dirigidas a un público muy joven.

En realidad, no pasa nada. No hace falta conocer dónde se fabrican los productos para tomar decisiones de consumo, pero me han llamado la atención porcentajes tan bajos de conocimiento. ¿Cómo creen que serían en España?

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