¿Hay algún demógrafo en la sala? (gráficos curiosos XXVI)
Esto de la demografía soy menos que un amateur y en las pocas lecturas que he hecho, había llegado a la idea de que, aunque pueda variar según culturas, países u otro tipo de circunstancias, una tasa de masculinidad (sex ratio, en inglés), diríamos, natural, se situaría alrededor de 1,05. Una de esas lecturas es aquel paper del que les hablé hace más de un año (cómo pasa el tiempo), en el que se proponía una hipótesis poco habitual para explicar el exceso de chicos varones en China (y otros países asiáticos): la de que puede haber influido la prevalencia de la hepatitis B. Pues resulta que en España esa tasa de 1,05 es, más bien, rara en el último siglo. Vean.
Quizá esos altibajos sean parte de la variación natural, pero quizá no lo son. Hasta ahora no he encontrado ninguna explicación a esta evolución. Tampoco es que haya encontrado algún trabajo que vea las cosas con la perspectiva de un siglo. Los pocos textos que vi hace tiempo se preguntaban por la caída en la tasa de masculinidad desde mediados de los setenta, pero no por la anterior subida, ni por qué era tan alta a comienzos de siglo.
Husmeando por ahí, encontré una hipótesis curiosa acerca de la variación de esa tasa de masculinidad. Se trata de la "maternal dominance hypothesis" y está expuesta en este artículo de Valerie J. Grant. Tal y como ella señala en el resumen del artículo:
Thirty years ago, Trivers and Willard (1973) hypothesized that parental "condition" could be central in influencing the sex ratio of offspring, "good condition" being associated with the conception of males. However, I argue that "condition" is a distraction in this otherwise useful hypothesis, because it is merely a frequent indicator of dominance (a characteristic which often leads to priority access to resources); and that it is dominance, a biologically-based characteristic underpinned by testosterone, which is of interest. Shifting the focus from good condition to the dominance-testosterone link could help explain otherwise anomalous findings in the literature on the sex ratio.
Es decir, lo importante sería no tanto la "buena condición" de las madres cuanto otra característica de la cual la buena condición no sería más que un indicio, la "dominance" y su correlato biológico, unos niveles más elevados de testosterona. De este modo, aquellas condiciones medioambientales que provocan un aumento de la testosterona en las mujeres, provocarían, indirectamente, un aumento en la tasa de masculinidad. Una de ellas son las situaciones de stress. Lean el texto para entender la lógica evolutiva de esta respuesta; tiene su aquél.
Armado con esta hipótesis (y de la audacia del que ignora mucho), les propongo esta interpretación unidimensional de los ciento y pico años de evolución de la sex ratio que se observan en el gráfico:
i) en términos de dificultades vitales que dieran lugar a una situación de stress crónico para las mujeres, imagino que el siglo XIX y los primeros años del XX son bastante peores que en casi cualquier momento del siglo XX (aunque quizá fueran mejores que en décadas anteriores), lo cual la cosa muy malita en el XIX (supongo), lo cual sería congruente con una sex ratio bastante alta: alrededor de 1,10 hasta, más o menos, 1920;
ii) la situación habría mejorado de manera notable en los años finales de la década de los diez y, especialmente, en los "felices años veinte" (años de notable crecimiento económico, por ejemplo), lo cual habría llevado a una menor frecuencia de mujeres estresadas y situaciones estresantes: caída de la sex ratio, y muy acusada, hasta mediados de los años treinta (hasta niveles "naturales", cercanos a 1,05);
iii) guerra civil y dura postguerra: nueva subida de la tasa, hasta niveles cercanos a 1,07;
iv) relativa estabilidad de la situación (cada vez más crecimiento, menos hambre, etc.) en los años cincuenta y sesenta, primeros setenta: sex ratio relativamente baja, en los límites "normales", entre 1,05 y 1,06;
v) vuelve la inestabilidad política, la inseguridad, la crisis económica a mediados de los setenta, el paro...: nueva subida, e intensa, de la sex ratio, hasta un máximo de 1,09 en 1981 (un nivel cercano a los de principios de siglo);
vi) de todos modos esta subida no se mantiene en el tiempo, sino que representa una cima que se abandona con relativa rapidez en los años ochenta, noventa y comienzos del siglo XXI, son años, en términos generales, de recuperación de estabilidad política y económica, y de gran crecimiento económico en el conjunto del periodo: vuelta a bajar de la sex ratio, con tendencia (aparente) a estabilizarse entre 1,06 y 1,07.
A lo peor lo que les estoy contando no es más que una relación espuria, o mera coincidencia, y, en realidad, no hay que buscar mayor explicación a algo que podría entrar dentro de la variabilidad natural no provocada por causas del tipo de las propuestas. Pero a mí me da en la nariz que esa hipótesis tiene su interés, y que los datos españoles requieren una explicación que todavía no he encontrado. Repito, por tanto, ¿hay algún demógrafo en la sala que quiera echar una mano?