Es obvio que las encuestas son un medio imperfecto de aproximarse a la realidad, pero nos sirven para complementar lo que podemos averiguar de otros modos (aplicando el sentido común, observando la realidad circundante--la más próxima y la más lejana--, reflexionando a partir de teorías o hipótesis, etc.). Lo mismo se aplica a las encuestas políticas, con el añadido, decisivo, de que no siempre la gente revela sus auténticas preferencias. El principal problema de las estimaciones de voto basadas en encuestas es ése, el que de muchos encuestado sabemos poquísimo en cuanto a la orientación de su voto. Lo digo por experiencia: cuando un encuestado intenta ocultar su orientación política, suele hacerlo de tal manera que cuesta mucho descubrirla, aun usando todo tipo de preguntas indirectas.
Con la salvedad anterior, de todos modos, si tenemos una buena serie de encuestas políticas, al menos, podemos imaginar con bastante realismo cómo evolucionan las tendencias de intención de voto. Ya saben que, para eso, yo utilizo los barómetros del CIS, no ya sus propias estimaciones de voto, sino
otras preguntas relacionadas con aquél, las de autoubicación ideológica (en la escala de izquierda a derecha, del 1 al 10) y la del juicio sobre la situación política actual. Actualizo hoy esas series e incluyo la del juicio sobre la situación económica, para tener una idea todavía más completa. Admito, de todos modos, que las tendencias que pueden verse en las series que comento, pueden trastocarse si se producen acontecimientos suficientemente graves, o pueden cambiar significativamente (pero no necesariamente) en momentos de campaña electoral.
El gráfico que recoge esas tendencias es el siguiente.
Como se ve, el juicio sobre la situación política, a la altura de junio de 2007, no es muy positivo que digamos. En realidad, casi nunca es muy positivo. Está, de todos modos, en niveles relativamente bajos, pero no tanto como estaba a lo largo de 1995 y al empezar 1996, justo antes de las elecciones que ganó, por un margen estrechísimo, el Partido Popular. La percepción de la situación económica también era entonces, en 1995, muy negativa, bastante más que hoy, probablemente a raíz de la experiencia de tasas altísimas de paro en 1994 y 1995. En la actualidad, ese juicio no está en máximos, pero ni siquiera es negativo, es decir, son más los que ven la situación económica como buena o muy buena que los que la ven como mala o muy mala. Cuando ganó por segunda vez el Partido Popular, el juicio sobre ambas situaciones estaba en máximos. No es de extrañar que su victoria fuese holgada.
Si el juicio sobre ambas situaciones sirviera para predecir resultados electorales, podría decirse que el de la situación económica juega, en buena medida, a favor del PSOE, mientras que el de la situación política juega en su contra, pero no mucho--al menos en comparación con lo bajo que puede caer ese juicio.
No he comentado hasta ahora la evolución de la autoubicación ideológica media. Es bastante obvio que tiene bastante que ver con los juicios sobre la economía y la política, teniendo en cuenta el partido que gobierna. ¿Varía tanto la ubicación ideológica de los españoles? Es decir, ¿pasa con relativa frecuencia la gente de situarse, por ejemplo, en el 4 a situarse en el 5 o en el 6? Yo creo que esos tránsitos son relativamente poco frecuentes. Son más frecuentes los tránsitos entre definirse, marcando uno de los números, y no definirse, dejando de responder a la pregunta correspondiente. Lo más interesante es que esos tránsitos son muchísimo más frecuentes en el ámbito de la izquierda. Al menos, lo han sido en estos últimos diez años. Podemos verlo en el siguiente gráfico.
Como puede observarse, el porcentaje de encuestados que se sitúan en posiciones de "izquierda" (1 a 4) cae cuando aumenta el porcentaje de los que no contestan a esa pregunta y sube cuando cae el segundo. En general, sube algo el porcentaje de los que se sitúan en algún punto de la escala (también los de "centro" [5-6] y los de "derechas" [7-10]) a medida que sube la ausencia de respuesta, pero la relación entre la variación de los de "izquierdas" y la de los que no se pronuncian es mucho más fuerte (1).
Podemos interpretar esa relación como un indicio de niveles de movilización del electorado de izquierdas--en general, para votar a los partidos afines, es decir, PSOE e IU a escala nacional. A comienzos de 1996 su nivel de movilización era relativamente alto, justo antes de unas elecciones en las que la diferencia entre PP y PSOE fue mínima, y la suma de votos PSOE+IU superó con claridad a los del PP (otra cosa fueron los escaños). Habrían estado en niveles casi mínimos de movilización a la altura de finales de 1999 y principios de 2000, justo antes de las elecciones en las que el PP obtuvo una amplia mayoría absoluta. Desde finales de 2002 se observa una tendencia al alza en la movilización del electorado de izquierdas, sin llegar a situarse en los niveles de 1996. Probablemente, sólo con esos niveles de movilización no habría conseguido ganar el PSOE las elecciones, pero no podemos saberlo pues ocurrió un hecho gravísimo que pudo contribuir, precisamente, a la movilización de ese electorado, previamente "masajeado" convenientemente mediante una campaña de más de un año de duración. Me refiero, claro, a los atentados del 11-M. Desde entonces, esos niveles de movilización han tendido a subir (olvidémonos de la euforia post-electoral), hasta situarse durante más de un año en cifras similares a las de comienzos de 1996.
Todo ello augura, como poco, unas elecciones bastante disputadas. Si tenemos en cuenta, sin embargo, el juicio sobre la situación económica y la política, lo lógico es que, aunque la diferencia sea pequeña, por ahora, esa diferencia sea favorable al PSOE. En cualquier caso, dada la correlación actual de fuerzas y de alianzas posibles, tendría que empeorar bastante el juicio sobre la situación política (y la económica) y bajar de manera significativa la movilización de las "izquierdas" como para que, de conseguirla, la ventaja del PP fuera lo suficientemente holgada para poder pensar en pactos post-electorales que le asegurasen el gobierno.
Todo esto, claro está, si no se producen acontecimientos muy relevantes en la vida política española.
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(1) El coeficiente de correlación entre el porcentaje de ns/nc y el de "izquierdas" es de -0,75; con los de "derechas" es de -0,34; con los de "centro", de -0,38. En el caso de las izquierdas, he comprobado que no se trata de un efecto espurio, debido a que operamos con variables que evolucionan a la vez en el tiempo (series temporales), mediante los procedimientos habituales, correlacionando segundas diferencias y mediante el test de Durbin-Watson.
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