El ABC publica hoy una
interesante entrevista con Ginés Morata, Premio Nacional de Ciencia y científico del Centro de Biología Molecular, una de las instituciones de investigación en España con más tradición. La entrevista es interesante por varias razones.
Entre ellas, primero, porque revela la mentalidad típica de los científicos hoy día, por ejemplo: necesitamos más dinero, el estado tiene que darnos más dinero.
Segundo, porque nos muestra a un científico que, queriendo ajustarse a los principios de prudencia de su profesión, suena (no sé sin querer) demasiado seguro: "Hemos fabricado moscas y gusanos mutantes para que tuvieran niveles de insulina muy bajos y vivieran más. Además, el gen que regula la insulina responde también al frío y sabemos que si extirpamos las gónadas en la etapa embrionaria se prolonga la vida. Trasladando estos resultados podríamos pensar que un humano que coma poco, viva a temperatura baja y no tenga desarrollo sexual podría vivir 350 ó 400 años" (miedo me da).
Tercero, porque dice cosas sensatas acerca de cómo debería proceder la investigación en España y cómo no; por ejemplo, tiende a pensar que la vuelta de algunos destacados científicos españoles desde el extranjero parecen "operaciones de marketing científico".
Por último, y este es el motivo principal de esta anotación, porque pretendiendo estar más allá de la controversia partidista, no pueden evitar mostrar sus sesgos. Eso está bien. Pero, si lo hacen, puesto que son científicos sería mejor que manejasen bien los datos. Vean este texto:
"España es un país científicamente por debajo de otros países de nuesto entorno. Estamos muy por debajo de Inglaterra, Francia o Alemania, y son países que social y económicamente no son superiores. Esta situación se debe a un retraso histórico del que no se puede culpar a un Gobierno. El de Felipe González dio un empujón muy notorio. No recuerdo bien las cifras, pero simplemente se produjo porque se pasó de invertir el 0,4 por ciento del PIB al 0,8-0,9. Cuando vino la crisis, la inversión se paró y después los Gobiernos del PP pasaron sólo del 0,9 al 1 por ciento. Un amigo mío suele decir «menos discursos y más recursos». Está claro que cualquier político dirá que está a favor de la ciencia, pero donde se ve si es real el apoyo es en los recursos que se asignan. Al PP no le interesó porque no los aumentó".
Varios errores, no sé si interesados, se encuentran en este párrafo. Primero, los países que cita son todos ellos de renta per cápita superior a la nuestra, esto es, son más ricos. Y se sabe que una de las variables que influye en los gastos en I+D sobre el PIB es el nivel de riqueza. Vaya.
Segundo, no recuerda bien las cifras, pero, tal y como las recuerda sirven estupendamente para una estrategia, con perdón, de dorar la píldora al gobierno actual. Lo que pasa es que las cifras están equivocadas. Según las
estadísticas sobre actividades de I+D del INE, la fuente oficial de la que se extraen este tipo de datos, en 1982 (antes de que el PSOE accediera al gobierno por primera vez) el gasto en I+D representó el 0,49% del PIB (más el 0,5 que el 0,4% que el científico señala) y en 1995, último completo en que gobernó el PSOE, alcanzó el 0,81, lo cual supone un aumento de 0,32 puntos porcentuales en 13 años (0,0246 puntos por año). En 2003, último año completo cubierto por el gobierno del PP, la cifra era del 1,10%, lo cual supone un aumento de 0,29 puntos porcentuales en 8 años (0,036 puntos por año). Con el agravante de que el crecimiento del PIB entre 1995 y 2003 fue bastante superior al crecimiento entre 1982 y 1995. En términos del crecimiento del gasto en I+D en términos reales podría decirse algo parecido, pero ya son muchos datos por hoy.
Por último, entrar en comparar "gobiernos" y partidos con estas cifras no tiene demasiado sentido, pero se le olvida también al científico. Esos gastos en I+D no son sólo estatales, sino también privados, sobre todo empresariales. Y la evolución de éstos no depende sólo, ni mucho menos, de la política científica del estado en cuestión. Pero, claro, estos son matices que no cabe pedir a un científico.