Que el fumador está sometido a persecución, resulta bastante evidente. Su hábito se relaciona con los peores males, el último, los accidentes de tráfico. Recientemente se ha hablado en España de prohibir fumar mientras se conduce, aunque el Ministro del Interior ha matizado que tan sólo se hará una campaña de "concienciación". La base empírica del riesgo extra que corren los fumadores al volante parece débil, pero estudios hay que se traen a colación para demostrarlo.
En España, se suele acudir a éste (registro gratuito), de Buñuel Granados et al., llevado a cabo por médicos de la ciudad de Zaragoza. Se trata de una encuesta a una muestra de sus pacientes conductores, en la que les preguntan por muchas cosas, entre ellas si han tenido accidentes de coche en el último año. Obviamente, se trata de accidentes no fatales.
La averiguación principal es que los fumadores tienen, más o menos, el doble de riesgo que los no fumadores de haber sufrido un accidente de tráfico en el último año. La relación se mantiene incluso teniendo en cuenta otras variables que pudieran influir. Luego vienen las posibles explicaciones: que si el fumar distrae durante la conducción, que si la acumulación (¿?) de monóxido de carbono (CO) menoscaba los reflejos y la atención de los fumadores, que si los fumadores son personas más dispuestas a asumir riesgos, entre otras. Y, por último, las recomendaciones de educación y ayuda a los fumadores que quieren dejar de fumar.
El estudio es interesante, pero tiene varias debilidades que deberían haber tenido en cuenta los autores.
Primero, no sabemos si los resultados serían generalizables a una muestra de conductores en España o, siquiera, en la ciudad de Zaragoza. Su respuesta a una crítica, aparecida en la misma revista, es muy débil, pues, queriendo mostrar que el perfil de edades de sus conductores se ajusta al perfil de los conductores españoles, lo que reflejan es, precisamente, que hay diferencias no despreciables. No dicen nada de si la muestra es ajustada en términos de sexo, algo también relevante.
Segundo, no encuentran una asociación entre consumo de alcohol y accidentes no fatales, lo cual es sorprendente a la vista de tantos estudios (no sé de qué calidad) que muestran, precisamente, lo contrario, y a la vista de tantas y tantas campañas al respecto. La explicación de los autores: una cosa es el consumo habitual de alcohol y otra el consumo cuando se va a conducir. Santo y bueno, pero ¿por qué no aplicar el mismo razonamiento al tabaco? En realidad, según el estudio que el fumador fume durante la conducción no se asocia significativamente con los accidentes sufridos. Por ello, los autores tienden a desestimar el argumento de la distracción y a valorar la hipótesis de la intoxicación con CO.
Pero, tercero, si mantienen la hipótesis de la intoxicación, deberían haber mostrado alguna evidencia que la apoyase. Podrían haber relacionado el número de cigarrillos que fuma habitualmente el conductor con la probabilidad de haber sufrido accidentes, pues, cabe pensar, la "intoxicación" será mayor cuanto más cigarrillos se fumen. Ya saben, aquello de tener en cuenta la dosis de los venenos para entender la acción de éstos. Sin embargo, a pesar de contar con los datos, no aportan ninguna evidencia al respecto. ¿Será porque no han observado ninguna relación?
Cuarto, en su análisis multicausal de los accidentes de tráfico no nos explican qué variables introdujeron ni por qué se quedaron con las que, finalmente, incluyen. No nos dicen, por ejemplo, si introdujeron la variable "número de kilómetros recorridos semanalmente". Habría sido interesante pues, ceteris paribus, cabe imaginar que a mayor número de kilómetros recorridos más probabilidad de accidentes. Sabemos que cuentan con este dato, pero no nos dicen, de nuevo, nada al respecto. Tampoco nos dicen por qué no han incluido la variable "edad", aunque sabemos que sí afecta a la probabilidad de sufrir un accidente (por cierto, tampoco son nada claros acerca de cómo varía esa probabilidad por edades; tan sólo nos dicen que es más alta en el grupo de los 25 a 29 años).
Quinto, otras asociaciones o falta de asociaciones quedan sin explicar, pero pueden ser interesantes. Por una parte, hombres y mujeres no presentan un distinto riesgo de accidentes, algo que contradice un saber común en el mundo del automóvil y, especialmente, de las compañías de seguros. A mí, esta ausencia de relación me haría sospechar de la validez de los datos. Por otra parte, encuentran una asociación significativa entre padecer diabetes mellitus y la accidentalidad, más potente que la que presenta el hábito de fumar. Sin embargo, no nos dicen nada en absoluto sobre las posibles razones, ni claro, piden ninguna campaña para que los diabéticos conduzcan menos o no conduzcan. A mí, esta relación y que ni se molesten en señalarla o explicarla me hace dudar no sólo de la validez de los datos, sino de si el análisis no estará, simplemente, sesgado.
Sexto, como hipótesis también manejan que, puesto que los fumadores son más proclives a enfermedades cardiovasculares, esto pudiera tener efectos sobre su proclividad a accidentes. Sin embargo, a pesar de que recogen información sobre enfermedades de los pacientes, no nos muestran ningún dato que pudiera apoyar o desechar dicha hipótesis.
Por último, aunque a pesar de todo ello, se mantuviera la relación entre fumar y accidentes de tráfico, ello no nos diría nada acerca de la causalidad. En realidad, algo así admiten los autores del estudio, al considerar la hipótesis de que los fumadores sean, simplemente, personas más arriesgadas, más prestas a correr riesgos en distintos ámbitos de la vida. Si fuera así, la relación entre tabaco y accidentalidad en la conducción sería espuria. Y la propaganda, si acaso, debería reconducirse a advertir a la gente de que sea consciente de los riesgos en que incurre.
En definitiva, creo que las debilidades son suficientemente importantes como para dudar de la relación entre hábito tabáquico y accidentalidad en el tráfico. No quiero decir que no se dé dicha relación. Sólo que, con los datos utilizados en el estudio, el argumento de los autores es muy poco convincente.