Ayer acudieron
varios expertos a emitir en el Senado sus juicios sobre lo conveniente o no de que los niños se críen en familias homoparentales (es decir, con ambos "padres" del mismo sexo). Uno de los expertos ha resultado, digamos, un tanto heterodoxo en sus juicios, aduciendo que la homosexualidad es una patología que, en un cierto número de casos, puede curarse. Por eso y por algo que no está claro si ha dicho o ha insinuado (que los homosexuales sean hijos de padres alcohólicos, violentos u hostiles) (1), le están zurrando la badana en los periódicos y en los blogs, supongo que con buena parte de razón. Yo no creo que la homosexualidad sea una patología; desde luego, yo no veo a mis amigos y conocidos homosexuales como enfermos. Al parecer el consenso en las organizaciones profesionales que se ocupan de estos temas es que no lo es. No tengo ni idea de si el susodicho experto basa su afirmación en estudios suficientemente sólidos o no. A mí no me causa mayor escándalo su juicio, acostumbrado como estoy a lecturas poco comunes y a proponer puntos de vista algo heterodoxos en este blog (aunque intento que estén bien fundamentadas); además, viene a ser una perspectiva más, aparentemente minoritaria, que quizá pueda ofrecernos alguna luz (probablemente poca, pero, ya digo, no tengo ni idea).
Sin entrar en el fondo de la cuestión, para lo que no estoy en absoluto cualificado (no soy un experto, vamos), quizá por llevar la contraria, que es una razón tan mala como otras, a mí lo que me causa verdadero estupor es la facilidad con la que estamos dispuestos a hacer caso o, siquiera, a escuchar a los susodichos expertos, sobre todo a la vista de la facilidad con que estos expertos se arriesgan a efectuar afirmaciones tajantes y poco matizadas. Veamos.
El susodicho afirma que la homosexualidad es una patología, pero los demás no se quedan atrás en lo absoluto de sus juicios, quizá menos "graves". Otro, según
El Mundo (de pago), cita un trabajo en el que se demuestra que la prevalencia de de la orientación homosexual de los niños que viven con homosexuales es del 10%, "idéntica", parece que dijo, a la del resto de menores. ¿Un 10% de niños homosexuales? ¿No se estará repitiendo la
mítica cifra, cuya base empírica es, como poco, altamente dudosa?
Una tercera se queda tan ancha diciendo: "la homosexualidad, al ser marginal, no es una conducta a desarrollar en un ámbito educativo, como puede ocurrir en un menor adoptado". Independientemente de la sintaxis de la oración, ¿cómo se puede argumentar basándose en la "marginalidad" de la homosexualidad? ¿Es que es un rasgo definitivo? ¿Es que va a seguir siendo marginal siempre? La misma experta emite después un juicio que parece un mero juicio político ("no se puede universalizar algo que sólo responde a unos intereses personales o de partido o de lobbys"), en lo cual tan expertos somos Usted, lector, como yo.
Un cuarto experto, de nuevo, según lo recoge la prensa, dice que el mayor riesgo para un niño es que sean educados sin padres en una institución. Puede ser, como regla general, en comparación con la familia "media". Pero todos conocemos más de un caso de familias en las que preferiríamos que fuera alguien distinto de los padres quienes se hicieran cargo de los hijos, incluso aunque fuera una "institución". Por cierto, ese riesgo relativo, ¿lo ha medido alguien en algún estudio mínimamente serio, comparando las "instituciones" con los muy diversos tipos de "familia", también con las más problemáticas?
Un quinto asistente a la comisión afirma categóricamente que no hay "ni un solo estudio" que demuestre las desventajas de la adopción de niños por homosexuales, afirmación como poco arriesgada.
Aquí hay un estudio que lo intenta, con datos tan buenos/malos como los habituales en estos casos, imagino (no me sometan en esto a juicio, lo he leído muy deprisa; lo que quiero resaltar es que su afirmación es demasiado categórica).
Su siguiente consideración también es curiosa, pues afirma que no importa el tipo de familia (homoparental, heteroparental, monoparental, pareja de hecho, matrimonio, etc., supongo) sino, claro, el "compromiso sin reserva" de los padres con sus hijos. Ya, pero da la casualidad de que ese compromiso sin reserva varía según el tipo de familia. Por ejemplo: por término medio, ¿en qué tipo de familia es más capaz, siquiera por cuestiones de tiempo, una madre de ofrecerle a su hijo un compromiso sin reserva, en una monoparental o en una biparental? Probablemente en la segunda, porque, mal que bien, podrá contar con el padre para acopiar recursos, administrar el hogar y sacar adelante a la prole, y en la segunda, no. El
otro día ya vimos cómo la probabilidad de maltratar a los hijos variaba, y mucho, según si el padre era el padre biológico o no lo era, algo comprobado ya en bastantes estudios.
Y, por último, atención a su argumento para mostrar lo poco excepcional de las familias homoparentales. Según
La Vanguardia, "este experto recuerda que el modelo de familia tradicional hombre-mujer como ‘norma' es ‘algo de aquí. En África, por ejemplo, son los hermanos mayores los que crían a los pequeños'." Ole, ole y ole, la argumentación del señor experto. ¿En África? ¿En qué parte? ¿Y qué quiere decir "aquí"? ¿En España? ¿En el malvado occidente capitalista? ¿En Europa? ¿En América? ¿En Asia? ¿En Oceanía? ¿En casi todas las culturas de las que tenemos noticia fidedigna, como algunos sugieren? (2) Entonces, ¿cuáles son los otros modelos de familia distintos de los de "aquí"? ¿Podría poner algún ejemplo aparte de esa generalización absurda sobre los hermanos mayores "criando" a los más pequeños? A mí se me ocurre uno de interés, el del avunculado, pero son muy pocas las sociedades en las que esta manera de organizar las familias ha predominado (3).
Una experta más, la única que ha llevado a cabo un
estudio sobre familias homoparentales en España, habló, sobre todo, de las conclusiones que ella y su equipo extrajeron de dicho estudio. Magnífico, alguien que habla con un cierto conocimiento de causa. Quiá. El estudio tiene una gran cantidad de problemas, uno de los cuales es el pequeño tamaño de la muestra (28 familias) y otro su improbable representatividad de las familias homoparentales españolas, tal y como
ya han señalado otros (4).
Me dejo para el final, que no se diga, a la única de las comparecientes que ha adoptado una postura de prudencia, que "defendió el largo proceso de estudio y debate que precedió a la aprobación de la ley de parejas de hecho catalana ... y destacó la necesidad de realizar ahora el mismo trabajo". Barría para casa, de todos modos, pues, precisamente, había estado a cargo de esa política en la Generalitat de Cataluña.
Todo esto, además, en una maratoniana sesión de una sola jornada. "Expertos de jornada", habría que llamarles.
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(1) En El Mundo (21-6-2005, p. 20) parece recogerse su declaración literal, que es: "Muchos [no sé si estudios o los propios sujetos homosexuales] describen y perciben al padre durante la infancia como un padre hostil, distante, violento o alcohólico". Juzguen Ustedes.
(2) El avunculado es una situación en la que el padre se desentiende de aportar recursos a sus hijos y quien sí se ocupa de ellos es un hermano de la madre. Al parecer, suele darse un régimen de avunculado en sociedades en las que la promiscuidad femenina es alta (o es percibida como alta) y los varones tienen menor seguridad de que sus hijos son efectivamente suyos. Los tíos maternos, por contra, tienen más seguridad de que sus sobrinos lleven sus propios genes.
(3) Véase los primeros párrafos de este trabajo y las referencias en él contenidas. Véase, por todos, David M. Buss, The evolution of desire.
(4) Y tal como señalo yo. No tenemos ni idea de si la muestra del estudio representa los (pocos, probablemente) casos de niños que viven en una familia encabezada por una pareja de homosexuales o no. La muestra, desde luego, es muy pequeña, tan sólo de 28 familias. Represente lo que represente, no creo que nos sirva mucho para hablar de los casos reales o hipotéticos en que dos homosexuales varones adoptan a un niño, pues ese caso sólo se da en 4 de las familias. En realidad, la mayoría de las familias (15) son de madres lesbianas que viven con hijos procedentes de uniones heterosexuales anteriores; 5 son de lesbianas que han sido madres por inseminación y 1 de lesbianas madres por adopción. Faltan 3 casos, de varones homosexuales que conviven con sus hijos biológicos diariamente, tras separarse de sus madres (pero no se nos dice que los niños no convivan con éstas). En conjunto, sólo tendríamos 7 familias encabezadas por varones. Tampoco creamos que la muestra es representativa de familas encabezadas por una pareja de lesbianas, pues en 14 de los casos vivía el padre o la madre a solas con los hijos. Buena parte de esos casos serán, seguramente, de mujeres.
Tampoco sabemos si la muestra es representativa en términos del nivel socioeducativo de las familias homoparentales. Lo que sí sabemos es que el nivel de estudios de los cabezas de familia es desproporcionadamente elevado en comparación con la población de edades equivalentes: un 67% tienen estudios universitarios. Lógicamente, su nivel medio de ingresos también es muy elevado.
Los autores defienden que la cuestión de la representatividad es menor porque sus resultados, dicen, encajan con los de otros estudios. Puede que sí, pero la mención que hacen a esos otros estudios es genérica, y nunca mencionan un solo dato concreto. Yo pienso que no es una cuestión menor y es algo que puede influir en algunos resultados. Por ejemplo, es más que sabido que el nivel educativo de los padres (a veces es más el de la madre) se correlaciona positivamente con los resultados escolares de los hijos. En este estudio se "comprueba" que la competencia académica (medida por los profesores) de los niños en familias homoparentales no se distingue de la de sus compañeros. Pero, ¿sabemos esto realmente? ¿Estamos comparando muestras homogéneas en cuanto al nivel de estudios de los padres? En realidad no tenemos ni idea, pues los autores no nos dicen casi nada de las muestras con las que comparan a la que es su objeto de estudio. Casi nada quiere decir eso, casi nada: ni nivel de estudios de los padres, ni su nivel de ingresos, ni composición por tipos de familia... Bueno, por no decirnos, no nos dicen ni el tamaño de las muestras que sirven de comparación.
No entro en las averiguaciones del estudio, pues dados los problemas de su diseño me cuesta mucho creérmelas, más que en tres de ellas, más que nada por razones de coherencia en la argumentación del estudio. Por una parte, se dice que un "93% de las familias incluye en su red social otras familias con niños o niñas, estando el promedio de éstas en 4,42". Por otra parte, se dice que "el 60% de las familias conoce y mantiene contactos con otras familias de gays o lesbianas con hijos. De hecho, estas familias conocen a una media de otras 5 familias como las suyas". Entonces, si las familias homoparentales han sido incluidas en la respuesta, eso querría decir que de las 115 familias de la citada red social 85 serían también familias homoparentales, una cifra bastante desproporcionada, seguramente, en comparación con la familia media española. Lo cual no hablaría, precisamente, a favor de la completa integración social de este tipo de familias, como sugiere el estudio. Y si no han sido incluidas, entonces la proporción de contactos con familias homosexuales sería menor, pero seguiría siendo muy alta (no 85 de 115, sino 85 de 200).
También se afirma en el estudio que los contactos con las familias de origen (digamos la de los abuelos) es bastante frecuente. Puede que sí, puede que no, pero no nos proporcionan elementos de comparación. A mí se me antoja que el contacto (no se nos dice de qué tipo) no es tan frecuente, si un 43% entra en contacto con su familia de origen una vez al mes o menos.
El tercer hallazgo ha sido resaltado por la investigadora principal ante la comisión del Senado, afirmando que el ajuste psicológico de los niños de familias homoparentales no se diferenciaba del de sus compañeros de clase, salvo en su mayor comprensión de la homosexualidad. Esto sería una conclusión esperable, dado el ambiente familiar en que se están criando, pero, según los propios datos del estudio, es una verdad a medias. La diferencia en esta aceptación es significativa sólo si se les compara con una de las dos muestras comparativas que utilizan, la de compañeros de clase seleccionada para que refleje la composición por sexos de la muestra objeto de estudio, pero no con la otra muestra, la seleccionada para que refleje la composición por tipos de familia. Por otra parte, esa diferencia significativa es mínima.
En definitiva, el estudio nos sirve más bien poco, en un sentido o en otro.