Esta vez se trata de cifras históricas. Ayer hizo público la Fundación "la Caixa" el estudio
Los sistemas educativos europeos. ¿Crisis o transformación?, dirigido por Joaquim Prats y Francesc Raventós. Seguro que tiene mucho interés, sobre todo por la descripción sintética de los sistemas educativos en otros países europeos. Yo he leído otro libro dirigido por Joaquim Prats (también publicado por la Fundación "la Caixa",
Los jóvenes ante el reto europeo) y me pareció muy útil, pues analiza los resultados de unas pruebas a estudiantes de ESO sobre conocimientos históricos, geográficos y culturales en general. Como Prats escribe el capítulo sobre España del libro que comento, lo he leído deprisa esta mañana. No está mal como descripción rápida de lo que ha pasado en los últimos veinte o treinta años.
El motivo de mi anotación, además de dar a conocer la publicación, es señalar un par de incorrecciones en los datos históricos que maneja Prats, no porque sean muy importantes, sino porque revelan un cierto descuido motivado, en parte, por el argumento que el autor intenta desarrollar. La idea es que antes de 1975 la cosa estaba bastante malita en la educación española (lo cual sólo es cierto en parte) y que después se ha producido un enorme crecimiento, sobre todo cuantitativo. Lo "malita" que estaba la cosa se resume en un párrafo (p. 188), que es el que contiene los errores. Veamos.
A mediados de la década de los setenta, los niveles de escolarización eran muy bajos, similares a los que, ahora, podemos encontrar en países en vías de desarrollo y con graves deficiencias en sus estructuras educativas.
Puede ser; en todo caso, es una interpretación no sustentada en datos comparativos. Sigue.
Los datos oficiales de aquellos años así lo demuestran: en 1975 había un 10% de niños de 6 a 11 años todavía no escolarizados.
Pues no. Los datos que tengo a mano, del curso 1975-76, dicen lo siguiente. La población de 6 a 11 años estimada para España en el año 1975 era de 3.921.649 personas. Según la Estadísticas de la Enseñanza en España, los niños de esas edades matriculados en primaria ascendían a 4.142.516. No se extrañen, al tratarse de medidas distintas, una estimación y un registro, puede haber matriculados "más" niños de los que supuestamente vivían en España. En cualquier caso, la tasa de escolarización en esas edades era del 105,6%. No parece que haya un 10% de niños sin escolarizar. No habría estado de más que Prats hubiera indicado la fuente de sus datos, pero no lo ha hecho. Sigue.
De los 12 a los 14 años, solamente un 65% iban a la escuela, y casi dos tercios de los jóvenes entre 15 y 16 años no seguían estudios de bachillerato o formación profesional en centros reglados.
Tampoco está claro el dato de los 12 a 14 años: 1.885.745 niños estimados; 1.575.232 matriculados (primaria, bachillerato, otras enseñanzas medias). Tasa de matrícula: 83,5%. Quizá se refiere a que no todos los matriculados en bachillerato cursaban estudios en centros escolares. Pero incluso eliminando a todos los estudiantes de bachillerato (174.154) del numerador, nos quedaría una tasa de escolarización del 74,3%. En realidad, de todos los matriculados en bachillerato en 1975-76 (818.403), sólo 130.762 (el 16%) estaban matriculado por libre y, por tanto, no "iban a la escuela". El dato de los 15 a 16 puede ser cierto, pero oculta, al centrarse en lo de seguir estudios en centros reglados, que la tasa de matrícula en esas edades era del 43,6% (533.739 / 1.223.126 x 100). Sigue.
Por otro lado, el número de niños y niñas de 3 a 6 años que acudía a centros educativos o guarderías era casi inexistente en amplios grupos sociales.
Seguro que sí, pero es que, por entonces, la escolarización a edades tan tempranas como los 3 años era muy reducida en cualquier país. Y en la edad de 4 años, España, extrañamente, no quedaba mal en los ránkings europeos, como puede verse
aquí. En 1969-70, de los 8 países europeos con datos, la escolarización a los 4 años era así: Bélgica (100%), Francia (87%), Holanda (86%), Luxemburgo (65%), España (43%), Dinamarca (36%), Austria (29%), Finlandia (16%). Y en 1979-80, era el 4º país de 14 países con datos.
Tan sólo me gustaría comentar otra afirmación suya, de otro párrafo.
Durante este período [se refiere al franquismo], el rasgo más importante que define el devenir educativo es la total preponderancia de la Iglesia en la educación, sobre todo en el bachillerato, y la evidente debilidad de la enseñanza pública.
Da la impresión de que se refiere a preponderancia cuantitativa. Veamos las cifras (todas calculables con la Estadística de la Enseñanza en España y publicaciones que la han sucedido; no necesariamente disponibles en internet, aunque quizá estén bastantes de ellas en los Anuarios Estadísticos históricos que comenté en una ocasión). El porcentaje de alumnado matriculado en centros privados (Iglesia + otros) en el nivel de primaria (EGB en los setenta) evolucionó así: 1946-47, 21%; 1950-51, 24%; 1960-61, 26%; 1970-71, 28%; 1975-76, 39,5%. El gran crecimiento de la primera mitad de los setenta lo protagoniza, por cierto, la iniciativa privada no eclesiástica, en condiciones relativamente precarias, pero que sirvieron para que gente como yo pudiera ir al colegio en esos años. En bachillerato, el peso de la Iglesia fue mayor pero decreciente. Si tomamos como indicador de ese peso el porcentaje de matriculados "colegiados" (había tres tipos: colegiados, oficiales, libres) su evolución fue: 1952-53, 60%; 1960-61, 51%; 1970-71, 40%; 1975-76, 34%. La evolución del alumnado oficial (público) en esos mismos años fue: 16%, 17%, 36%, 50%. En cualquier caso, hablar de preponderancia total es, como poco, una exageración y, como mucho, una auténtica distorsión de la Historia.
Pero la Historia es la que es, y la evolución de los sistemas educativos no necesariamente entiende de regímenes políticos. Los crecimientos cuantitativos que resalta el autor para los años ochenta y noventa continúan una serie anterior, iniciada en los años cincuenta o sesenta, según los niveles de la enseñanza. En la Universidad, por ejemplo, resalta el gran crecimiento desde 1980 (de 646.000 matriculados a casi 1.600.000 en 2003; pp. 189-190). Muy cierto, pero tampoco fue moco de pavo el crecimiento desde 1952-53 (164.000 estudiantes) a 1975-76 (586.000) con niveles de renta per cápita inferiores, claro. Lo que hemos de hacer los estudiosos de esos temas es ceñirnos a la evidencia, independientemente de nuestras preferencias políticas. No digo que Prats se deje llevar mucho por sus preferencias políticas, sólo un poquito. Pero ese poco desluce la investigación y te hace dudar de los demás datos que maneja.
Cuesta no dejarse llevar de las filias y las fobias de cada uno, pero, a fin de cuentas, nos pagan por ello.